La Red libera a las 'blogueras' de Gaza

Las mujeres de la franja disfrutan desde sus páginas web de una libertad que el embargo israelí y las reglas de una sociedad conservadora les arrebata.

La bloguera Asmaa Alghoul

El País.com

Las hay más o menos jóvenes, laicas o religiosas, combativas o incluso poéticas. Pero si algo tienen en común las blogueras de la franja de Gaza es que la Red es para ellas una de las pocas ventanas de expresión y comunicación con el mundo. El bloqueo israelí, que dura ya más de tres años y que coincide con la toma del poder del movimiento islamista, impide tanto a mujeres como a hombres entrar y salir de la franja salvo contadísimas excepciones. En el caso de las mujeres, a la falta de libertad de movimientos se le añaden las limitaciones propias de una cultura conservadora y crecientemente islamizada. Por eso, Internet es para las blogueras de Gaza media vida y por eso cuentan que cuando se sientan a teclear en las habitaciones que suelen compartir con una ristra de hermanos, se sienten libres. Estas son las ideas y proyectos de algunas de las ciberactivistas de la franja:

Asmaa Alghoul. Es probablemente la decana y, desde luego, la que más ruido hace en la franja de Gaza. Tiene 29 años, un hijo de seis y está divorciada. Es una de las voces más críticas con Hamás de todo el territorio. Del movimiento islamista dice que compran a los más pobres ofreciéndoles todo tipo de servicios además de una plaza en el cielo. Alghoul teme que algún día Gaza acabe siendo una gran universidad islámica, donde alumnos y alumnas hacen vida por separado y donde las mujeres van tapadas de pies a cabeza. "Aquí no te pueden ver hablando con un hombre si no estás casada; en las mezquitas hablan de que la sociedad está llena de prostitutas y de que hay que cubrirse. La mujer siempre es sospechosa. A veces pienso que los islamistas son los más freudianos, ven sexo por todas partes. Se escudan en la religión para imponer políticas sexistas y discriminatorias".

Alghoul, que nació en un campo de refugiados cerca de Rafah, en la frontera sur de la franja, constituye una excepción en casi todos los sentidos. Para empezar porque es una mujer divorciada que se mueve a sus anchas -a veces incluso en bicicleta- por la franja de Gaza melena al viento. Pero, sobre todo, porque tiene muy claro que el hecho de ser mujer no puede obligarla a que su vida sea más miserable que la de cualquier hombre. En parte por eso rompió con su marido, un poeta egipcio que después de la boda resultó ser un hombre tremendamente celoso que aspiraba a que su mujer no saliera de casa a trabajar. "Cuando me divorcié, todo el mundo me culpó por haberme equivocado al elegir marido. Después, mis tíos me obligaron a ponerme el hiyab. Es necesario tener a un hombre al lado a la hora de decidir si te pones o te quitas el pañuelo". Pero pasado un tiempo, se dio cuenta de que no necesitaba la aprobación de ningún hombre para tomar esa decisión. "Me lo quité y, sí, la gente te critica, ¿y?".

Es escritora y periodista, pero dejó su trabajo en un diario próximo a Fatah, el partido gubernamental en Ramala, porque ella no se siente vinculada a ningún partido ni tiene ganas de que nadie censure lo que escribe. Por eso, en 2009 montó su propio blog y empezó a colgar sus artículos. Allí denuncia, convoca, habla de política y también de los crímenes de honor y de las discriminaciones que sufren las mujeres como ella en la franja de Gaza. "Aquí es muy difícil ser una mujer laica", dice. En su blog ha recibido amenazas de muerte. "Sí, claro, lo fácil es no luchar, pero si no podemos expresarnos libremente estamos perdidas". Hace poco la detuvieron por participar en una protesta de apoyo a la revolución egipcia y asegura que la golpearon en comisaría. Eso no ha mermado un ápice su espíritu combativo. Ahora prepara nuevas protestas de jóvenes palestinos emulando la experiencia de sus vecinos egipcios.

 

Rana Baker. Es una estudiante de Administración de Empresas en la Universidad Islámica de Gaza, de 19 años, a la que le gustaría ser periodista y que hace sus pinitos en una radio local. En su blog escribe en inglés porque dice que lo que ella intenta es "hablar con el mundo que hay ahí fuera".

Las entradas de su blog hablan de su niñez, de su vida adolescente y también de política. Como otras jóvenes, Baker está experimentando un rápido proceso de politización, que empezó poco después de la guerra de Gaza (2008-2009) y que se ha acrecentado con las revueltas que los jóvenes impulsan en todo el mundo árabe. "Me he dado cuenta de que los jóvenes podemos exigir a nuestros gobernantes. Seamos hombres o mujeres. Si participamos juntos en la revolución, entonces seremos iguales".

Narra los ataques israelíes en primera persona y se ha hecho activista del movimiento internacional que promueve el boicot a los productos israelíes. "Mientras estemos sometidos a un embargo, yo boicotearé los productos israelíes". En la Red también pasa horas dedicada a debatir con los israelíes en los foros, aunque nunca ha tenido la ocasión de conocer a un israelí de carne y hueso.

De los políticos palestinos no tiene mejor opinión. "No les importa la gente, solo les interesa el dinero. La división [entre Fatah y Hamás, los partidos políticos rivales] solo beneficia a los israelíes". Y añade: "Primero tenemos que acabar con la corrupción y la división palestina, solo entonces seremos capaces de luchar contra la ocupación israelí". Sus padres, reconoce, tienen miedo de que le pase algo, de que la meta en la cárcel alguno de los grupos políticos que ataca en su blog. Pero ella dice que no tiene miedo y que, "si hemos de morir, al menos que sea por algo, ¿no?".

 

Lina al Sharif. El día que conocí a esta joven bloguera de 22 años llegó con sus padres. Querían dar el visto bueno a la entrevistadora. Una vez cumplido su cometido, se sentaron discretamente en una mesa cercana a la que estaba su hija, pero sin intervenir. Esta chica se queja de que, por el hecho de ser mujer, tiene que someterse a unas normas que dificultan su trabajo. "Mis padres son guays y muy modernos, pero si quiero salir a cubrir alguna noticia, siempre tiene que acompañarme un hombre, normalmente mi hermano, pero no siempre es fácil. Cuando anochece, tengo que estar en casa".

Aun así, Al Sharif piensa que lo de la cultura es casi lo de menos, que en el caso de las mujeres palestinas, el mayor obstáculo es la ocupación israelí. "¿Cómo es posible que las mujeres tengan que dar a luz en un check point (puesto de control)?, ¿cómo es posible para una madre criar a unos hijos en Gaza, sabiendo que aquí no hay horizonte?", se lamenta.

Fue hace tres años cuando Al Sharif, que dice aspirar a ser "una buena musulmana", dio el salto y se animó a publicar su primera entrada en el blog. En ella habló del día de su cumpleaños, de la universidad e introdujo algunos versos. "Pero cuando llegó la guerra de Gaza todo cambió, me quedé sin palabras". Sintió aquellos días que el estar expuesta a los bombardeos, sin electricidad y sin apenas agua, no era sufrimiento suficiente comparado con el de los que vivían en otras zonas de Gaza, más expuestos todavía a la artillería y a los bombardeos israelíes. La guerra dejó unos 1.400 muertos y un trauma colectivo aún omnipresente en la franja.

Para Al Sharif, su blog es "una manera de romper el embargo mental. Con un clic de ratón puedo estar fuera de Gaza", dice. "Aunque yo lo que quiero de verdad es la libertad real, no la virtual", matiza.

El pasado verano, Al Sharif consiguió salir de Gaza gracias a un programa del Departamento de Estado estadounidense. Estuvo en Los Ángeles, en San Francisco y en Washington. "Es increíble lo fácil que es viajar allí. Te montas en el coche y puedes pasar horas y horas sin atravesar un solo check point". Y añade: "En Estados Unidos fue la única vez en mi vida en que me sentí joven".

Al Sharif es una chica muy lista y estudiosa. Habla inglés a la perfección, que aprendió en parte en la escuela pública, pero sobre todo en Internet, con un programa educativo de la BBC. Como ella, son muchas las jóvenes de la franja que se hacen a sí mismas ante la falta de alternativas o de apoyos exteriores. "Algunos compañeros de clase dicen que soy demasiado seria, pero tengo que educarme a mí misma si quiero llegar a algún sitio". Por eso, dice que de momento no entra dentro de sus planes casarse. "A partir de cierta edad, si no estás casada eres un fracaso social. Pero por otro lado, si te casas, empiezas a tener un hijo detrás de otro y se acaba tu formación".

 

Sameeha Elwan. La de Sameeha es una familia de refugiados procedentes del territorio que hoy es Israel. Esta palestina de 23 años se graduó en literatura inglesa y ahora trabaja de profesora asistente en la Universidad Islámica. No se ha casado y como cualquier mujer soltera de la franja vive con sus padres a pesar de que lleva trabajando desde los 15 años y no depende de ellos económicamente. A las diez de la noche tiene que volver a casa. Aun así, piensa que, poco a poco, las mujeres van ganando cotas de libertad. Prueba de ello, dice, es su blog. "Escribo lo que me da la gana. Nadie me manda callar".

You Tube es su ventana al mundo. Allí lo ve casi todo. Solo cuando se para un momento a pensar y a darse cuenta de que aquello es solo una pantalla, se siente atrapada y se acuerda de que no puede viajar. De que sus excelentes notas en la universidad de poco le sirven para traspasar las impermeables fronteras de la franja de Gaza. A pesar de que casi ningún extranjero se plantearía vivir en Gaza por voluntad propia, como muchas otras jóvenes, le gustaría ver crecer a los hijos que algún día tenga en Gaza. "Este es el único lugar en el mundo donde la vida tiene un verdadero significado. Siempre hay algo por lo que pelear".

Como muchos jóvenes de la franja, está desencantada con los políticos y le duele la división política que desangra la causa palestina. Ahora, sin embargo, está entusiasmada con los vientos de cambio que soplan en el mundo árabe. Se pasa el día enganchada a Facebook y Twitter. "Túnez y Egipto nos han dado mucha esperanza. Yo creo que los nuevos Gobiernos traerán muchas cosas buenas a los palestinos".

 

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