La Capital, Miércoles 12 de Julio de 2017

Museo de la Memoria: el desafío de formar en el oficio de los derechos humanos

Formación. La capacitación para los jóvenes durará dos años. Foto: Hector Río

Por Eugenia Langone

Que los jóvenes puedan encontrar en los derechos humanos no sólo herramientas para sí, sino reconvertirlas en un saber y un oficio que les permita una inserción laboral; incluso en sus barrios donde a diario encuentran vulneradas esas garantías. "Ese es el desafío", admitió la coordinadora del Departamento de Articulación Territorial del Museo de la Memoria, Alejandra Cavacini, que conjuntamente con el programa provincial Nueva Oportunidad, llevan adelante una prueba piloto que se propone "formar a estos adolescentes más de 20 adolescentes en el oficio de los derechos humanos y transformarlo una alternativa de trabajo como constructores territoriales". La capacitación se extenderá por dos años, con pasantías rentadas y la posibilidad de desarrollarse en espacios institucionales o incluso de los organismos del Estado que funcionan en el territorio.

La inquietud surgió de los propios referentes del museo y su experiencia con los chicos pasaban por los espacios de formación del programa Jóvenes y Memoria.

"A la hora de buscar un trabajo, el mercado siempre les propone a estos adolescentes los más precarizados, los peores pagos y en las peores condiciones, y donde sus saberes y conocimientos adquiridos no son ni iban a ser valorados", explicó Darío Crosa, otro de los coordinadores del proyecto.

La capacitación

Con esa base y los recorridos hechos con los jóvenes años anteriores, se pensó en una experiencia que reuniera a los jóvenes mayores de 18 años, que ya hubieran pasado por las capacitaciones en derechos humanos y que hubieran manifestado un interés marcado en la temática. La idea, avanzar en una formación más extendida de dos años que les permita más adelante insertarse en el mercado laboral.

"Estos saberes que ellos traen, incluso de sus territorios, son también una potencialidad de trabajo a través de su formación en derechos humanos y de la posibilidad incluso de coordinar a otros jóvenes", explicó Crosa, y lo graficó al detallar las dificultades que los propios agentes del Estado tienen en los barrios.

"El trabajo con jóvenes en situación de vulnerabilidad es muy difícil, incluso para el Estado que muchas veces encuentra obstáculos por el mismo hecho de hacerlo desde afuera —consideró—. Acá justamente pensamos en la posibilidad de formarse ellos mismos como referentes y promotores en derechos humanos, y es a partir de allí es que se piensa esta capacitación".

La propuesta, detalló Cavacini, se construye sobre un esquema de clases teóricas y prácticas en materia de derechos humanos historia y memoria, pero también de módulos sobre racismo y discriminación, poblaciones excluidas, género y diversidad sexual, y derechos laborales.

"Es un proyecto político y educativo, que se piensa como un espacio colectivo y que se nutre también de las realidades de los propios chicos", recalcó la coordinadora.

La pata provincial

Tanto para los referentes del museo como para el titular provincial del programa Nueva Oportunidad, Luciano Vigoni, el "salto cualitativo" está en poder pensar a estos jóvenes en capacitaciones que vayan más allá de los oficios tradicionales y manuales.

El responsable del programa indicó que "ya se venían explorando estas alternativas de rubros no tradicionales y ya se había comenzado con capacitaciones en periodismo, fotografía y video, donde hay un plus que tiene que ver con el trabajo colectivo".

Para Vigoni, estas propuestas apuntan a "jóvenes que en muchos casos tienen una característica natural como referentes, lo que les puede permitir formarse para ocupar espacios, ya sea dentro del Estado o de organizaciones, en funciones que actualmente muchas veces cumplen jóvenes universitarios como referentes en diversas temáticas, en juventud, derechos humanos y desarrolla", y recalcó que "no hay por qué pensar que el trabajo en la garantía de derechos tiene pasar por un trabajador profesional y no por un referente social".

La responsable del Acción Territorial del museo aseguró que "el objetivo es que estos jóvenes puedan integrarse en cualquiera de los espacios culturales del Estado, como son museos y espacios infantiles, así como también en centro de distrito o centros de salud como agentes sanitarios, así como también en otras organizaciones que no pertenezca al Estado".

En una primera instancia, este año llevarán adelante pasantías rentadas en el propio Museo de la Memoria como guardas de sala, donde acompañarán tanto los espacios permanentes como las actividades y muestras temporarias.

Una labor que amplía las fronteras en la ciudad

El proceso de capacitación de estos jóvenes tiene, además de clases teóricas y prácticas, una propuesta extra. "Es un espacio de encuentros y salidas culturales que busca ampliar las fronteras establecidas sobre qué espacios de la ciudad pueden circular o a qué bienes culturales pueden acceder", detalló Darío Crosa, coordinador del grupo, que ya pasó por obras de teatro y danza.

La iniciativa no es menor si se tiene en cuenta que son los mismos jóvenes a quienes se les impidió el ingreso al espacio público de la Facultad de Derecho de la UNR, y que a diario son víctimas de violencia institucional en sus barrios.

"Romper los límites en la ciudad, esa es la idea", definió Crosa. El coordinador, que incluso estaba con ellos chicos durante el episodio en la UNR, indicó que "es cosa de todos los días que la policía los detenga si están en el centro" y señaló: "Al lugar que vamos se genera un ruido; a veces los pone incómodos y otras lo resuelven con humor". Para graficar otra de las situaciones atravesadas por el grupo de jóvenes, se refirió a la participación que tuvieron el año pasado en el Congreso de Democracia que se llevó adelante en la Facultad de Ciencia Política. "Hubo trabas, miradas y hostigamientos constantes por parte de los guardias de la Universidad, que incluso fueron a preguntar qué hacían en ese lugar", detalló.

Pese a todo, consideró clave "seguir empujando" esos límites, incluso sumando familiares y amigos.

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