«Cuando te falta el primer capítulo de un libro y lo completás, te cambia toda la novela»
Entrevista a Sabrina Gullino Valenzuela Negro, nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo, que aún hoy continúa buscando a su hermano mellizo.
Realizada por un grupo de residentes de la carrera de Ciencias de la Educación
(Facultad de Humanidades y Arte, UNR).
Una contribución a su paciente lucha.
En el marco de los 40 años de la última dictadura cívico-militar, compartimos la historia de Sabrina Gullino Valenzuela Negro, nieta recuperada Nº96 por las Abuelas de Plaza de Mayo en el año 2008, hija de Tulio "Tucho" Valenzuela y Raquel Negro, ambos militantes montoneros desaparecidos.
"Siempre supe que era hija adoptada. Desde chiquita la familia Gullino nos contó a mi hermana y a mí que nos habían adoptado. Me críe en el pueblo de Villa Ramallo en provincia de Buenos Aires". Así se presenta la entrevistada, con quien nos encontramos a cuadras de los Tribunales Federales de Rosario, donde se están llevando a cabo los juicios por delitos de lesa humanidad en la causa Guerrieri 3.
“Mi mamá Raquel y mi papá Tulio, junto a mi hermano Sebastián Álvarez que en ese momento tenía un año y medio, hijo del primer matrimonio de Raquel, fueron secuestrados en Mar del Plata el 2 de enero de 1978, frente a la tienda Los Gallegos. Los trasladaron hacia la Quinta de Funes, un centro clandestino de detención. Mi papá militaba en la columna de Santa Fe y tenía acceso a la mesa de conducción de Montoneros por lo que era de alguna manera responsable de esos compañeros. Por eso, buscan que participe de una operación de contrainteligencia, en México: él tenía que mostrarle a “la patota” dónde se encontraba la conducción de Montoneros. Mis padres deciden simular que van a colaborar en esta operación, conocida como Operación México. Mi viejo iba a viajar, se iba a tratar de escapar, sabiendo que mi mamá embarazada quedaba acá como rehén de esa situación. Como condición, pactan que mi hermanito Seba pueda volver con los abuelos maternos.”
Luego de recuperar su identidad, Sabrina fue reconstruyendo su historia personal y familiar, que forman parte de nuestra historia como país.
De igual manera, a partir del relato de las enfermeras, que estuvieron presentes en el momento de su nacimiento y el de su mellizo y los días siguientes, pudo tener la certeza de que su hermano nació con vida: “A mi mamá la llevaban a hacerse controles al Hospital Militar de Paraná. Nosotros nacemos ahí, entre el 3 y el 4 de marzo de 1978. La internaron como la sobrina de Galtieri, con 40 gendarmes custodiándola. Estuvo aproximadamente 15 días en la sala 1. De ahí parece que uno de nosotros tuvo algún problema, como el hospital no estaba preparado para atendernos, nos derivan al IPP (Instituto Privado de Pediatría). Yo ingreso el 4 de marzo y el “Melli” el 10 de ese mismo mes. En el libro de ingresos y egresos se registra el nombre Soledad López que, con el tiempo, pudimos reconstruir que se trataba del nombre que me habían asignado las enfermeras, porque les dio lástima que naciéramos en esas condiciones y que al otro día no hubiera una madre ni nadie que reclamara por nosotros. Al Melli lo nombraron Facundo y en ese mismo libro quedó asentado que el 27 de marzo nos dieron el alta. Con los testimonios aportados, fuimos desechando la hipótesis de que murió al nacer, sino que se le sustituyó su identidad, ya que el “Melli” estuvo menos días internado y gastó la mitad de dinero que yo, rompiéndose la versión que había entrado en grave estado de salud”.
Sabrina continúa narrando su historia, no solo a nosotras, sino a todo aquél que pueda leer estas líneas. Los ojos de la joven son una mezcla de lucha, esperanza y búsqueda que no se detiene, y continúa realizando la pregunta que tanto la moviliza: “¿Qué pasó con el “Melli” esos seis días, entre el nacimiento en el hospital militar y nuestro ingreso al IPP? A partir de estos interrogantes se fue demostrando la complicidad de los médicos propietarios del Instituto (Miguel Torrealday, David Vainstub, Jorge Rossi y Ángel Luis Schroeder). Con mi hermano Sebas, en el 2013, nos entrevistamos con ellos. El doctor Torrealday, me decía “por lo que vos gastaste y lo que gasto él, no tenía nada grave, de acá se lo llevaron vivito y coleando”. En este sentido, Sabrina resalta la importancia de la lucha de los organismos de derechos humanos, que permitieron echar luz sobre las complicidades civiles de la última dictadura. Se destaca, además, que los médicos responsables de encubrir la verdad están siendo procesados.
Al momento de preguntarle cuál es el significado de la identidad, Sabrina enuncia: “Para mí es importante pensar la identidad como una construcción que se da con otros, saber cuál es tu familia de origen, no solo para conocer cuestiones individuales, como pueden ser gustos y demás, también es importante en el plano colectivo, porque toda la sociedad necesita saber dónde están esos cuatrocientos jóvenes que el terrorismo de estado decidió quitar de sus familias en su afán cristiano de crear personas de bien fuera de esa familia “subversiva”, con toda esa intencionalidad de romper las identidades y las transmisiones culturales. Poder pensar que la restitución de identidad es de todos, es lo más reparador a nivel social. Nosotros pretendemos comprender nuestra historia reciente para no repetir nuestros errores y para poder forjarnos un destino más justo”.
Para concluir la entrevista, creemos fundamental remarcar la reflexión final que compartió con nosotras: “Cuando te falta el primer capítulo de un libro y lo completás, te cambia toda la novela. Poder saber cuál es el origen, pensando en alguien que tiene dudas sobre su identidad, no le va a cambiar todo eso que hizo hasta ahora, pero sí, le va a servir para poder interpretar su vida y abrir nuevos caminos.”
Entre todos te estamos buscando. Si naciste entre 1975 y 1980 y tenés dudas de tu identidad o conoces a alguien que duda, acercate a ABUELAS.
En Rosario: Tel: 0341 – 4476776 - rosario@abuelas.org.ar - www.abuelas.org.ar
Entrevista realizada por Lucia Abrate, Manuela Abuela, Micaela Di Pato, María Victoria Martínez y Micaela Menéndez. Estudiantes de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Rosario.