01/07/2009 - 31/07/2009

Bajo la Hierba

Un recorrido por los sitios de la memoria política y social de Rosario. Exhibida en 2009.

Bajo la Hierba

Un recorrido por los sitios de la memoria política y social de Rosario.
Muestra realizada por el Museo de la Memoria.
Fecha: julio 2009.
Foto: Plaza López.

"Todas las ciudades pueden ser vistas como poderosos palimpsestos. Capa sobre capa, el paso del tiempo va dejando sus marcas sobre la infinita epidermis urbana. En nuestro andar cotidiano, solo si nos detenemos con paciencia y disposición podremos advertir el espesor histórico de cada uno de los múltiples fragmentos que conforman parte de eso que llamamos ciudad."

Rubén Chababo.

Cuando el pasado es tiempo presente

[Fuente: La Capital 26/07/09] En Los ángeles sobre Berlín, Peter Handke narra el diálogo de dos seres eternos, que sobrevuelan la ciudad y tienen la capacidad de ver, en virtud de haber atravesado la historia en su totalidad, el espesor que poseen las casas, las calles, las plazas, las iglesias, los múltiples sitios semiderruidos, vaciados o reconstruidos, que dejó la guerra. Los humanos, cuenta la fábula, se encuentran lejos de esta percepción, a menos que puedan escuchar a los ancianos o imaginar el tiempo anterior que convive con su propio tiempo.

El relato de Handke se vuelve universal: todas las ciudades acumulan distintas temporalidades. Un "sitio de memoria" es un lugar que, a causa de la historia, dejó de ser meramente físico y se transformó en un espacio afectiva y simbólicamente "cargado". Es una localización que, más allá de los monumentos o recordatorios, vehiculiza la reflexión histórica y condensa sensaciones e imaginarios en conflicto.

Bajo la hierba. Territorios, ciudad y memorias, la muestra recientemente inaugurada en el Museo de la Memoria, habilita un recorrido por algunos de estos "sitios" en Rosario. El título sugiere una advertencia: el paso de la vida hace crecer una cobertura, una "capa de hierba" —la metáfora es del poeta Carl Sandburg—, que va "invisibilizando lo ocurrido al punto de lograr con eficacia volverlo inexistente", dice Rubén Chababo, en el prólogo a la serie.

El recorrido fue armado en base a un listado de lugares de la ciudad vinculados con la represión política y el cercenamiento de los derechos humanos, no sólo durante la última dictadura militar, sino también en otros episodios, como el encarcelamiento de la obrera Virginia Bolten —militante anarquista que encabezó la manifestación del 1º de Mayo de 1890 en la Plaza López—, o el desmantelamiento de "La Mandarina", el nombre con el que se conoce el monumento a Eva Perón levantado en 1953 en el barrio Saladillo.

Son esquinas, plazas y calles que a simple vista no exhiben el contenido histórico que condensan. Un cruce como el de Córdoba y Dorrego, por ejemplo, fue testigo del tiroteo policial en el que murió Luis Norberto Blanco, un chico de 15 años, en 1969, en el Rosariazo. La anodina puerta del Arzobispado de Rosario resulta poco elocuente respecto del ocultamiento de información y de las negativas con las que respondieron a las Madres de Plaza de Mayo, cuando éstas comenzaban a buscar a sus hijos. O bien el edificio ausente del Hospital Central, en la Plazoleta Julio Maiztegui, de Rioja y Balcarce, el lugar al que llevaron numerosos cuerpos de asesinados por disposición militar, y donde hoy sólo queda la Maternidad Martin.

Sin embargo, se sabe que la memoria no se construye únicamente repitiendo fechas y nombres, sino en función de la conmoción provocada por el encuentro del presente con el pasado. Esta experiencia no es en absoluto pacífica: despierta conflictos y posiciones. El montaje de la muestra, entonces, se orienta hacia la actividad y la participación de los asistentes. Mediante paneles móviles se vuelve a armar el mapa de estos lugares en Rosario, cuya dinámica y materiales (transparencias, pliegues, ventanas) permiten observarlos y reponer el contenido histórico que condensan. Los espectadores son invitados a desplazarse y reconstruir de nuevo la memoria de la ciudad en la que viven.

Informar e imaginar

El proyecto de Bajo la hierba fue financiado por la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, con sede en Nueva York. Esta coalición, de la cual el museo de nuestra ciudad forma parte, reúne a diferentes Museos de Memoria de todo el mundo como el Museo del Gulag (Rusia), Museo de Terezin (República Checa), Museo de los Derechos civiles (EEUU) y Villa Grimaldi (Chile), entre otros.

La muestra fue armada por un grupo de fotógrafos, escritores, diseñadores y artistas quienes durante seis meses recorrieron la ciudad, hicieron entrevistas y recopilaron la historia de los quince sitios que la componen. La búsqueda tuvo dos objetivos: por un lado, informar sobre los hechos efectivamente ocurridos en aquellos lugares, y por otro, imaginar fragmentos posibles de su historia. Una apuesta fuerte del Museo es restaurar no sólo lo vinculado con la destrucción y el genocidio, sino fundamentalmente los momentos de vida que los antecedieron y sobrevivieron.

La selección de los lugares no pretende ser exhaustiva. “Por el tamaño de la sala, había la posibilidad de seleccionar sólo un pequeño conjunto de sitios de memoria —dice Chababo, quien dirige el museo y diseñó el proyecto junto con Viviana Nardoni—. La lista era extensísima y muchos quedaron fuera, entonces debimos elegir algunos y dejar fuera otros. Nuestra idea es poder, más adelante, ampliar la muestra e ir sumando más lugares. La visión de esos sitios, su señalamiento, dispara la idea de que hay muchos y tantos otros que están «bajo la hierba», esperando el momento de ser desempolvados del olvido”.

Por este motivo la muestra incluye, además de los “sitios”, aquellos stencils callejeros que activan la memoria, mediante alusiones tanto a Claudio Pocho Lepratti como a las Madres de Plaza de Mayo, entre otros. Son imágenes que intervienen la ciudad e interpelan a los transeúntes. Como la pregunta que evoca lo desaparecido, del artista Fernando Traverso: “¿Alguien vio la bici que dejé aquí?”.

La ciudad y los legados pendientes

Bajo la hierba, la muestra que desde el jueves pasado se exhibe en el Museo de la Memoria de Rosario, propone un recorrido que enlaza sitios emblemáticos de la represión durante la dictadura militar con lugares que remiten a episodios de otras épocas históricas, desde las manifestaciones anarquistas del siglo XIX a las víctimas de diciembre de 2001.

"Nuestras ciudades —dice Rubén Chababo en la introducción de la muestra— están habitadas de historias, no de una Historia, sino de diversas historias, compleja y sutilmente entrelazadas por el paso del tiempo. Ir en busca de ellas es un modo de saber no sólo qué formas tuvo el pasado sino también quiénes y por qué somos quienes somos en este presente".

La ex sede del Comando del II Cuerpo de Ejército —el lugar donde se diseñó el plan represivo de la última dictadura en Rosario—, la Plaza 25 de mayo, con su íntima asociación con la lucha de las Madres de detenidos-desaparecidos, y la casa de Etelvino Vega y María Ester Ravelo, el matrimonio de ciegos secuestrado por fuerzas militares, son algunos de los sitios que aparecen en el relevamiento fotográfico y textual que propone la muestra.

La casa de Vega y Ravelo, en Santiago al 2800, es un ejemplo paradigmático de la carga que rodea a estos sitios: tras la desaparición de sus dueños fue entregada a la Gendarmería y convertida en un club militar. Pero los reclamos de familiares y organizaciones de derechos humanos permitieron su recuperación, y su transformación en la actual Casa de la Memoria.

En esta cartografía hay otros sitios significativos: entre ellos, el Complejo Educativo Constancio C. Vigil, intervenido y saqueado por los militares en 1977, y la Plaza San Martín, con la imagen de las hormigas que hacen presente a Pocho Lepratti, el militante asesinado en una escuela de Las Flores por un policía al que le pidió que no disparara, porque allí había chicos.

Cada uno de esos sitios es lugar de memoria, argumenta Chababo, porque "resguarda y habla singularmente de nuestro pasado". Algunos resultan evidentes, al estar asociados con hechos históricos, y otros "permanecen callados o silenciosos, inadvertidos o enmudecidos para la mirada pública".

En este sentido, la muestra se propone señalar que "la ciudad que habitamos posee legados que aguardan el momento de nuestra aceptación" y que "hacerse poseedor de aquello que las generaciones precedentes nos dejaron implica un trabajo de apropiación y no una acción pasiva". Un desafío para el futuro.

La bicicleta olvidada

Fernando Traverso (1951) es un artista visual de la ciudad de Rosario. Desde los 90 ha trabajado con variaciones del stencil y en el 2001 comenzó un proyecto de intervención artística con el cual imprimió 350 bicicletas en distintos muros de la ciudad.
La imagen de la bici olvidada que irrumpe en lo cotidiano ha tenido una recepción muy diversa, ya que genera una serie de preguntas en quien observa ("¿quién dejó allí esa bicicleta?", "¿quién es o era su dueño?", "¿qué interrumpió su marcha?", "¿a quién espera allí detenida?"), evocando las múltiples ausencias provocadas por los últimos años de la historia argentina.

Un símbolo de Saladillo

En 1953 se levantó el monumento a Eva Perón en el barrio de Saladillo por los afiliados al Sindicato de la Carne. En virtud de los semicírculos que rodeaban al busto el monumento fue denominado como "la mandarina" por los opositores al peronismo.
Durante la dictadura militar el busto fue derrumbado, quedando sólo los "gajos". Recién en 1992 se lo reconstruyó.
Aunque ya no lleva más sobre sí los semicírculos blancos, es aún conocido como "la mandarina" y su referencia es central en el barrio

El espacio intelectual

La Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario fue un espacio en donde se formaron intelectuales de gran reconocimiento en nuestro país y el mundo.
Sin embargo, la casa de estudios atravesó dos intervenciones militares, la del 66 y la del 76, que dejaron en su cuerpo de estudiantes y profesores numerosas desapariciones y exilios.
El neoliberalismo de fin del siglo XX, que contribuyó al desmoronamiento paulatino del valor de la educación y la reflexión, coadyuvó a que hoy sea una de las facultades más castigadas por la crisis económica.

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