Un documento revelador de Inteligencia del Ejército en Rosario

Diario Rosario12 - 02/04/2013

Nota del Ejército al Rosario

 

Una muestra de la impunidad

Por Alicia Simeoni

Si bien siempre se habló de la existencia de listas de periodistas en manos de fuerzas represivas, hasta ahora no se había accedido en Rosario a una copia del material "reservado".

En enero de 1983 el Destacamento de Inteligencia 121 del Ejército remitía, con carácter reservado, una nota al director del entonces diario Rosario, situado en Buenos Aires casi esquina Montevideo. Allí pedía que se le remitiera la nómina del personal, fijo y transitorio, con la aclaración del puesto o cargo que ocupaba. Si bien siempre se habló de la existencia de listados de trabajadores de prensa en manos de las fuerzas represivas -y cuando ya habían sido asesinados tantos trabajadores del gremio-, no se había accedido, al menos en Rosario, a una de las muestras de la impunidad con la que se movían policías y militares. El original del documento reservado del cual se ofrece una reproducción en la tapa de hoy, está todavía en Estados Unidos y será traído para formar parte del Centro Documental del Museo de la Memoria. El pedido que firmó el teniente coronel Federico Muñoz, jefe de ese Destacamento, actualiza la necesidad de conocer en qué estado está la reconstrucción de los archivos del Comando del II Cuerpo de Ejército que realiza con rigurosidad el Museo.

El pedido que firmó Muñoz, teniente coronel del Destacamento 121, seguramente no fue el único que llegó a ese diario -y a todos los medios-, cuando el 25 de enero de 1983 la dictadura ya estaba en retirada, pero es el primer documento con el que se toma contacto (ver aparte), ya que de otros no hubo conocimiento y es más que lógico suponer que debieron correr la misma suerte -la destrucción o el ocultamiento-, que toda la documentación del Ejército y la policía como fuerzas de represión.

Así lo explica la subdirectora del Museo de la Memoria de Rosario, Viviana Nardoni: "Tenemos versiones de compañeros que pasaron por los Consejos de Guerra y otros testimonios para llegar a saber en detalles qué hacía el Ejército y de qué manera actuaba, no sólo en el período 1976-1983, sino desde que fue creado el Segundo Cuerpo e instalado en Rosario. Eso fue en la década del '60, cuando hubo un avance de las luchas populares y el mismo Ejército ya participó en la represión del movimiento al que se conoció como Rosariazo".

Además recordó que desde hace un año se trabaja con un grupo de cuatro historiadores que son coordinados por la doctora Gabriela Aguila -autora de Luchas políticas y terrorismo de Estado en Rosario-, en la reconstrucción de todo lo actuado por la represión y en este caso por el Comando del II Cuerpo de Ejército.

La reconstrucción histórica pretende llegar además, al mecanismo de vinculación con la comunidad, ya que el Ejército tenía planes de acción civil. "Será interesante conocer qué lugar ocupaba el Comando en el ámbito social, cuando todo el mundo conocía el nombre de quien era el comandante en jefe. El hecho de que ese Comando no ocupe un lugar central en los acontecimientos protocolares, ya significa un avance", dice Nardoni.

El Museo trabajó con los archivos del propio Ejército en Buenos Aires, con las ediciones de distintos diarios, con el testimonio de personas que en distintas épocas cumplieron con el servicio militar en el edificio de Moreno y Córdoba. También con quienes fueron llamados a las armas durante la guerra de Malvinas. La investigación sobre la propiedad inmueble y su función resulta imprescindible porque se trata de una construcción que tuvo muchas modificaciones desde que se retiró la sede del II Cuerpo en 1981; luego fue usado por la Municipalidad y la Universidad Nacional de Rosario y por último ocupado por el bar Rock&Feller's, trasladado ahora a la esquina de bulevar Oroño y Jujuy.

"Se trata de una ardua tarea con planos, con fotos", comenta Nardoni y explica que la Facultad de Arquitectura de la UNR realizó una tarea minuciosa en los edificios con valor patrimonial para la ciudad, entre ellas el que actualmente ocupa el Museo de la Memoria.

La reunión y clasificación de datos es posible, según dice la subdirectora Nardoni, gracias a la tarea que hacen, en calidad de voluntarias, alrededor de 25 personas. El Centro Documental sólo cuenta con cuatro empleados de planta. Esos voluntarios llegan desde distintas carreras: Derecho, Historia, Ciencia Política y otras. "Sólo la catalogación lleva muchísimas horas", agregó.

El Centro Documental concentra, tal lo explica Nardoni, un alto nivel de consultas que no son sólo de quienes viven en la ciudad y la región, sino que investigadores del país y del extranjero llegan para hacer sus tesis y trabajan allí durante muchos meses.

Los archivos policiales a los que Nardoni nombra como "intermedios" -esto quiere decir que no eran los definitivos que se encuentran en la capital provincial pero tampoco pueden tomarse como no documentos-, fueron rescatados del subsuelo de la ex Jefatura, ahora sede Rosario de la gobernación provincial. Los había húmedos y otros directamente mojados y con ellos se hizo una tarea minuciosa de preservación en la que trabajaron las historiadoras Aguila y Marianela Scoppo "a partir de una activa gestión que se hizo cuando Rosa Acosta ocupaba la titularidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe", durante el gobierno de Hermes Binner.

Papeles y fotografías fueron resguardados y digitalizados ya que el objetivo es que cada pieza que existe en el Museo pueda verse y esté al acceso de quien lo necesite o esté interesado en conocer y reconstruir parte de la historia que vivió la región. Por eso también se avanzó en las carpetas de quienes están desaparecidos, un proyecto muy valioso que reúne testimonios que nos traen la historia de quienes fueron víctimas de la ferocidad de la represión en la peor dictadura de las muchas que tuvo la Argentina.

 

Una respuesta aún pendiente

El pedido con carácter reservado que el Destacamento de Inteligencia 121 hizo en 1983 al director del diario Rosario permite intuir que este requerimiento "a fin de mantener los datos estadísticos", no fue el único y que seguramente hubo otros muchos y de más fuerte tenor. Rosario fue fundado por José María Pacher, perteneció luego a Nicolás Baclini y por último a Raúl Acosta -tres personas muy conocidas en la ciudad-, hasta su cierre hacia fines de 1985.

El documento del Ejército quedó en poder de una trabajadora de la administración del diario, Alicia Sforza, quien falleció en Estados Unidos años atrás. No se sabe si Sforza lo rescató pero el pedido del Ejército ya había sido visto por los dueños del matutino, o si pudo retenerlo y nunca llegó a esas manos.

Rosario, luego El Sol de Rosario en el período en que lo manejó Acosta, comenzó como semanario y luego devino en publicación diaria. Para quienes allí trabajaron, como es el caso de esta cronista, sería deseable que alguna de las personas nombradas exprese, como aporte a la verdad y a la memoria colectiva, qué pedían las Fuerzas Armadas y la policía respecto del personal durante la dictadura cívico militar y cuál fue la actitud de la empresa ante uno, dos o todos los requerimientos que le hayan sido formulados.

Los medios de comunicación siempre fueron un lugar deseable por parte de las fuerzas represoras para apoyar el control social que ejercieron por el terrorismo de Estado. Es de suponer que Rosario y sus trabajadores resultaban aún más atractivo por su línea editorial, en un período más que en otro, sensible a la compleja realidad social y a la cobertura de los reclamos por violaciones a los derechos humanos.

Quienes fueron dueños del diario ya perdieron muchas oportunidades para aportar sus testimonios, y casi como indemnización moral ya que sus dependientes vivieron la zozobra económica hasta la presentación de la quiebra. ¿Podrá alguno de ellos tener un gesto de valentía y espíritu democrático? La respuesta queda pendiente.

Diario Rosario12

 

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