Del miedo del 76 a la reivindicación pública de un militante asesinado
En un desgarrador trestimonio, Marta Vennera narró cómo le contaron que fue la muerte de su marido mientras repartía volantes durante la dictadura y cómo, por temor, negó la militancia de su compañero, Antonio Angel López, la que reivindicó ayer en público durante el juicio que se desarrolla en los Tribunales Federales de Rosario por delitos de lesa humanidad durante la pasada dictadura en la ciudad.
Diario La Capital - 16/3/2011
La causa, conocida como Díaz Bessone (ex causa Feced), tiene seis imputados.
El primer testimonio fue el de Liliana Rosa Paz, detenida junto a Ana Koldorf en mayo de 1976. Explicó que fue trasladada en un camión del Ejército a lo que luego supo era el Servicio de Informaciones de la Policía de Rosario. Tenía 17 años y estaba embarazada, situación de la que tomó conocimiento estando secuestrada.
Contó que estuvo cuatro o cinco días en ese lugar, donde fue víctima de torturas, y que luego la llevaron a otro donde “había muchas chicas, todas ellas menores, algunas con bebés; parecía un refugio de menores”, graficó.
Liliana terminó en la cárcel de Devoto, donde nació su hijo. Salió en libertad en 1979.
A su turno, Marta Vennera relató lo vivido tras la desaparición de su marido Antonio Angel López, en septiembre del 76: “Ese día salió más temprano que de costumbre porque antes de salir a trabajar tenía una tarea como militante de la JP (Juventud Peronista); iría con una compañera a volantear a la zona de los frigoríficos. Después de esa tarea el tenía que ir a su trabajo y llamarme para avisarme que todo había salido bien. Estuve todo el día esperando ese llamado”.
Trabajadores del frigorífico le acercaron información de lo que pudo haber pasado. Detalló: “Hablaban de una pareja que iba en moto, volanteando. Que un auto los sigue, dan la voz de alto, que el muchacho se baja de la moto con los brazos en alto, que le pegan un tiro en la nuca y cae. Que la chica sale corriendo pero la agarran y la meten en un auto. No sé por qué pienso que la chica que iba con él en la moto podía ser Miriam Moro. Me acerco a esa familia para ver si tenían información, pero no sabían más de lo que yo les contaba”.
En procura de saber el destino de su compañero, un familiar le hizo un contacto con una persona de la Policía Federal, por lo que concurrió a la sede de calle 9 de Julio a una entrevista. En el lugar la interrogaron por las actividades de su esposo, que en todo momento negó. Luego un oficial ordena que la acompañen a los Tribunales Provinciales, donde en el juzgado del juez Jukic le mostraron varias fotos, entre ellas vio una de Antonio muerto.
Con gran angustia, manifestó que “había otras fotos, de un cuerpo de una mujer con los ojos entreabiertos y el pelo desordenado. Me preguntaron si tenía idea de quién era. Pensé que podía ser Miriam pero no sabía qué responder pues había negado la militancia de Antonio. En esa situación de opresión no sé que respuesta pude haber dado”. Emocionada, dijo que esa negación la “espantaba” porque “impidió que la familia Moro encontrara el cuerpo de Miriam, que entonces a lo mejor podía recuperarlo”. Con lágrimas en los ojos, pidió públicamente disculpas a la familia Moro por esto.
“Durante años negué que Antonio tuviera alguna participación política. Por eso, quiero rescatar esta oportunidad para resaltar su figura como un militante de la JP”, se descargó, y en ese punto la emoción se apoderó de la sala.
“Nuestras leyes prohíben la pena de muerte. Yo defiendo el derecho a la vida, incluso de estas personas, que se robaron los sueños de muchos jóvenes. Pero deseo fuertemente que los responsables sean juzgados y reciban su condena”, resaltó.
Rubén Tyon, cuyo hermano Alberto permanece desaparecido, dijo que “lo único” que sabe de él es lo que le dijo Elida Deheza: “que tenía la certeza de que era mi hermano el hombre que vio muerto en una habitación del Servicio de Inteligencia” de la Jefatura de Policía.