Declaró el sobreviviente de la masacre de San Nicolás

El juicio oral por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura en San Nicolás continuó ayer con los testimonios de los hermanos de Omar Amestoy, una de las víctimas de la masacre de calle Juan B.Justo, y el dueño de la cochería que fue encomendado por la Policía Federal para dar sepultura a la familia asesinada. Además, declaró Manuel Gonçalves, único sobreviviente del operativo represivo cuando tenía sólo cinco meses de vida.

Diario La Capital - 28/08/2012

Por Jorge Kaplán

Ayer declaró ante el Tribunal Oral Federal 2 de Rosario Carlos Alberto Fernández, propietario de una cochería de San Nicolás, quien recordó que el 19 de noviembre de 1976 la Policía Federal le requirió el envío de una ambulancia al domicilio que ocupaban Omar Amestoy, su esposa María del Carmen Fettolini, sus dos pequeños hijos María Eugenia y Fernando, Ana María del Carmen Granada y su hijo Manuel Gonçalves.

Fernández indicó que allí fueron cargados los cuerpos de los adultos, que la policía le ordenó que sepultara en el cementerio local "en la tierra y sin cajón", con la intención de que fueran rápidamente degradados. También recordó que, por su pedido, la policía accedió a que los niños fueran enterrados en dos pequeños ataúdes. El testigo señaló que ante la llegada a los pocos días de los familiares de Amestoy, las autoridades le prohibieron decirles dónde estaban sepultados y que les mostrara otra parcela.

Mario Alfredo Amestoy recordó que al presentarse a buscar los cuerpos de sus familiares, la policía lo arrestó y le ordenó dejar la ciudad. No obstante, diez días después volvieron a viajar desde Nogoyá, de donde son oriundos, y esta vez sí los cuerpos fueron exhumados y devueltos, los cuales pudieron reconocer pese al avanzado estado de deterioro.

Fernández remarcó la actitud reticente de la policía en todo momento para entregar los cuerpos, la cual "se basaría en que eran evidencia de la masacre perpetrada", indicó a este diario el abogado de la querella Alvaro Baella.

Los testigos también remarcaron el cerco de silencio sobre el niño que había sobrevivido al ataque, del cual se hablaba en los corrillos del pueblo.

Por la tarde, dio su testimonio Manuel Gonçalves, que sobrevivió a la masacre gracias a que fue escondido por su madre en un placard rodeado de colchones. Luego fue dado en adopción y privado de su identidad, la cual recuperó en 1995.

Manuel dio cuenta del trabajo de reconstrucción de la trágica jornada en que fue asesinada su madre, a través del diálogo con los vecinos. También expresó que le resultaba "muy fuerte ser el único sobreviviente" de la masacre, y que se preguntaba "siempre qué significado tiene el hecho de estar vivo". Además, recordó que su familia ya venía siendo perseguida por la dictadura. Su padre, Gastón Gonçalves, fue desaparecido meses antes, hecho por el cual fue condenado Luis Patti, mientras que su madre embarazada se refugió en la casa de los Amestoy.

Tras la audiencia, se realizó un acto organizado por la Mesa de la Memoria de San Nicolás en la que dieron "un abrazo solidario a Manuel y la familia Amestoy, para celebrar con ellos la culminación de un claro día de Justicia", enfatizaron.

El proceso que tiene como imputados a los ex jefes militares Manuel Fernando Saint Amant y Antonio Federico Bossié, junto al ex policía federal Jorge Muñoz, continuará hoy con las testimoniales en la sede del Concejo Municipal de San Nicolás.

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