elciudadanoweb.com, Domingo 16 de Mayo de 2021
El Villazo y una foto que inmortalizó al dirigente Alberto Piccinini contada por su autor
Esta semana falleció el histórico dirigente sindical Alberto José Piccinini, recordado por El Villazo. Entre los homenajes circuló una serie de fotografías que tomó Norberto Puzzolo y que hoy forman parte del Centro Documental Rubén Naranjo del Museo de la Memoria
Por Candela Ramírez
Este jueves se conoció la noticia del fallecimiento de Alberto José Piccinini, protagonista de las jornadas de lucha en marzo de 1974 en Villa Constitución. Muchas organizaciones, instituciones, militantes e incluso sus afectos lo recordaron con una serie de fotografías de “El Villazo” del artista plástico Norberto Puzzolo, que aquellos días trabajaba para los medios El Mundo y Noticias, y que hoy forman parte del archivo del Museo de la Memoria que se llama Centro Documental Rubén Naranjo.
Entre el 7 y el 16 de marzo de 1974 obreros de Acindar realizaron una huelga con el acompañamiento de sus pares metalúrgicos de Maraton –después Tenaris-Siat– y Metcom –luego Paraná Metal–, más portuarios, comerciantes, transportistas, aceiteros y bancarios. Además se movilizó gran parte de la población de Villa Constitución. Cerca de 12 mil personas se le pararon a Lorenzo Miguel, que entonces tenía dominio del aparato sindical de la UOM.
Piccinini estuvo a la cabeza de esta gesta que Puzzolo describe como “una verdadera patriada”. Así, entre tantas imágenes que tomó por aquellos días donde los viajes a la localidad vecina eran constantes, retrató al dirigente en uno de sus discursos ante todos los concurrentes.
“Hay una dualidad. Por un lado nunca pensé que este material iba a durar en el tiempo, en las imágenes, ¿que a esta edad iba a estar hablando de esto? Nunca lo imaginé. Uno saca las fotos para ese momento pero sí teníamos conciencia de que estábamos en un momento histórico muy particular porque el cambio estaba a la vuelta de la esquina y nadie imaginó que lo que venía era un golpe militar de tal magnitud con 30 mil desaparecidos”, resume Puzzolo a El Ciudadano.
La movilización masiva y heterogénea tuvo un triunfo: se firmó un acta de normalización del gremio y en las elecciones de noviembre venció la Lista Marrón de Piccinini. Sin embargo, en marzo del 75 llegó la primera represalia luego de 59 días de huelga. La Triple A, bajo la dirección de José “el Brujo” López Rega, desató una represión feroz con el asesinato de al menos 50 personas y secuestros. Para los organismos de derechos humanos que todavía luchan por la condena de estos delitos, se trató de la antesala del genocidio que inició mucho antes del 24 de marzo de 1976.
“Uno trabaja y saca las fotos para el momento, no hacíamos obra para el futuro. Hoy en colecciones internacionales se encargan de reconstruir obras que quizás hice a los 20 años. Uno no trabaja para el futuro pero el futuro lo recibió. La mejor manera de describirle sería a partir de una frase que voy a repetir, de memoria casi, del libro “La Broma” de Milan Kundera: teníamos 20 años y el volante de la historia en las manos. Me movilizó mucho ver que estos días se recuperaron estas fotos para recordar a Piccinini y su lucha”, describió Puzzolo.
El artista plástico contó que tardó muchos años en revisar esas fotografías que tomó en los años setenta. “El el arte cualquier cosa que uno haga se vuelve prestigio y yo no quería buscar prestigio con fotos de una época muy dramática del país y donde había mucha gente que hoy ya no está. Un poco por respeto, otro por pudor, yo no quería especular con eso. Por mucho tiempo me negué a buscarlas, puse trabas pero ante la insistencia de algunas personas, que ahora agradezco, en un momento dado lo hice y me reencontré con esto que había hecho. Que las fotos de Piccinini hoy sirvan para homenajearlo el día de su muerte y recordar su lucha me moviliza”.
Las fotos que tomó durante El Villazo hoy forman parte del Centro Documental Rubén Naranjo creado en 2010 junto con la inauguración del Museo de la Memoria local. El archivo tiene fines pedagógicos, está pensado como material de trabajo para estudiantes y docentes. De todos modos es público, está abierto a toda la comunidad y su acceso es gratuito.
Lleva el nombre de Rubén Naranjo como forma de reconocimiento a una de las personas claves en la visibilización y la lucha contra el terrorismo de Estado en toda la región. El espacio desarrolla tareas de recuperación, resguardo y difusión de la información histórica y colectiva proveniente de documentos relacionados con la última dictadura. El material reunido se enriquece a través de las donaciones que realizan sobrevivientes, sus familiares, organizaciones de derechos humanos e investigadores, entre otros.
La mayor parte de la documentación está digitalizada y consiste en colecciones personales, testimonios, correspondencia, denuncias, expedientes judiciales, imágenes (fotos, afiches, pancartas, panfletos) y entrevistas, entre otros materiales.
Puzzolo recuerda los días de marzo de 1974 como muy convulsionados e incluso recuerda que han sido seguidos por patotas a la vuelta de las coberturas periodísticas. Trabajaba como corresponsal para Noticias y El Mundo y viajaban muy seguido a registrar lo que estaba pasando en Villa Constitución. Además sus fotos circulaban en otras publicaciones de la época, como El Descamisado.
Repasa los modos de publicación y circulación del material entonces en contraste a la vorágine de la viralización de estos tiempos: “No se podían transmitir fotos a Buenos Aires. Había que mandarlas en avión, ponele, a las siete de la tarde. Si había tiempo se revelaba muy rápido, se secaba como podía y se enviaba una copia. Muchas veces sacaba doble negativa con la certeza de revelar rollos y mandar negativos pero cuando la noticia era urgente, había que sacar los rollos y mandarlos, a veces no te enterabas ni qué habías sacado. Las fotos que me quedan son muchas de las de este archivo. Estuvieron en varios lados, fueron y vinieron varias veces y algunas se perdieron en el camino”. Conociendo estas dificultades el valor documental de estas imágenes cobra incluso más valor.
Cuando Puzzolo hizo el trabajo de revisar sus archivos hubo, también, un redescubrimiento personal sobre la mirada que tuvo en los acontecimientos que retrató: “Me interesó que hay varias fotos donde hay mujeres también ahí luchando. Para mi fue muy importante darme cuenta de que las mujeres estaban ahí y yo miré eso. Vi que estaban ahí, las fotografié, eran las que llevaban bolsas con comida a las fábricas tomadas a través del alambrado. Evidentemente las revoluciones no se dan de un día para el otro. Eso está ahí y en algún momento… Es la revolución de este momento el feminismo. Es a lo que hay que estar atento”, planteó.
Puzzolo explicó que entre los sesenta y setenta, la fotografía era una herramienta de vanguardia. Sus primeras fotos las tomó en la experiencia que se conoce como Tucumán Arde en 1968 cuando apenas tenía 19 años. En una nota a La Canción del País en 2018, a 50 años de la obra, explicó que se trató de “una obra colectiva, conceptual y política, considerada internacionalmente como un hito del arte contemporáneo” destinada a contrarrestar la propaganda del Operativo Tucumán que fue un eufemismo que utilizó la dictadura de Onganía para hablar de un plan de “diversificación productiva” mientras se eliminaba sistemáticamente los ingenios azucareros.
En 2018 presentó un trabajo de videoarte bajo el nombre “Recuerdo (creo)” donde se hizo, entre otras, estas preguntas: “¿Cómo son los recuerdos de entre los 15 y 20 años a los 70? ¿Se agrandan? ¿Tienden a mitificarse? ¿La nostalgia nos traiciona?”. A través de la charla con El Ciudadano Puzzolo también trae estas inquietudes y habla sobre la mirada que construyen los reporteros frente a los hechos que retratan.
“Soy de la escuela de no encuadrar la foto en la ampliadora. En el rectángulo de la cámara tenía que estar ahí todo metido. Las fotos de Villa no están recuadradas, todas salieron como veía en la cámara. Ese ejercicio que ya venía haciendo me sirvió para estos trabajos a la par que yo ya tenía una formación plástica, había asistido al taller de Grela en la ciudad. Esta cuestión de no tener que reencuadrar me ayudó a poner el eje en la mirada”, contó.
A su vez, consideró que los mismos medios en los que trabajaba hacía que “uno sepa que hacías el trabajo de una manera, ya había una funcionalidad”. “Trabajar para esos medios significaba una posición ideológica porque uno sabía qué iba a cubrir. A su vez todos tenemos de alguna manera un inconsciente y yo ya venía de la experiencia de Tucumán Arde, con lo que seguro esto influyó en la forma que enfoqué, en las selecciones que hice. Esos enfoques es ideología. Lo puedo decir a posterior evidentemente. Hay algo que ya estaba aprehendido”.