Diario La Capital, Domingo 09 de Agosto de 2015

Viviana Nardoni: "Todas las historias argentinas pecan de centralismo porteño"

Con 21 años, la historiadora fue secuestrada en julio de 1977, pasó por el centro clandestino de detención La Calamita y estuvo presa en Devoto hasta diciembre de 1978.

Viviana Nardoni remarca que durante su gestión en el Museo de la Memoria impulsará el estudio de la historia regional.

Por Eugenia Langone

Es historiadora. Lleva más de dos décadas en gestión de políticas públicas vinculadas a la cultura y a la memoria. Es sobreviviente del centro clandestino de detención La Calamita y del Servicio de Informaciones de Jefatura, estuvo presa en Devoto y fue testigo en los juicios por crímenes de lesa humanidad. "La memoria y los derechos humanos son parte de mi vida", afirma Viviana Nardoni. Ahora, tras ganar el concurso público convocado por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, ocupará la dirección del Museo de la Memoria, el organismo que conoce desde su génesis, donde estuvo a cargo del área de proyectos especiales y donde fue subdirectora en los últimos cuatro años. "Hay que seguir haciendo historia", dice intentando dar a entender todo el inmenso trabajo que queda por hacer. Remarca la tarea de investigación que se realiza y adelanta que uno de los ejes principales de su gestión será darle a esa historia una mirada local. "Estamos en condiciones de hacer una historia reciente regional, porque todas las historias argentinas pecan de centralismo porteño", propone para su próximos cuatro años de gestión.

Conocedora del funcionamiento, de los equipos y de los proyectos del museo, Nardoni detalla las iniciativas múltiples que se llevan adelante, desde las exhibiciones permanentes y temporarias hasta los espacios pedagógicos y formación con docentes, jóvenes y ahora también chicos a partir de los seis años a través de dispositivos lúdicos y artes escénicas.

Convencida de que "el pasado es solamente una dimensión del presente", afirma: "Es difícil que pase, entonces debe iluminarnos, para que las nuevas generaciones sepan qué cosas no deben repetirse y cuáles deben incluso profundizarse. No hay nada más iluminador que el pasado cuando uno pretende formular un proyecto de futuro".

—El museo pasó por múltiples etapas: su conformación, su sede en la Secretaría de Cultura, la pelea por lograr instalarse en la ex sede del Comando del II Cuerpo de Ejército, la proyección de ese nuevo espacio y la mudanza. ¿En qué etapa está ahora el organismo?

—El museo se viene consolidando en la ciudad, en el país y en Latinoamérica. Trabajamos en red con organismos locales del Estado y de la sociedad civil, con las instituciones de memoria y derechos humanos de la Argentina y de Latinoamérica, y tiene una experiencia en la formación de jóvenes y docentes como muy pocas instituciones. Cuando se conformó el Museo de la Memoria de Rosario las experiencias que había para mirar estaban en Europa, fuimos y vimos lo que sí se podía hacer acá y lo que no se podía ni debía hacer, todo eso dándole la identidad latinoamericana, argentina y rosarina, porque si hay algo que pensamos como eje y dedicación casi fundamental, es la historia reciente regional.

—¿Cómo se desarrollaría esa mirada local?

—Eso no significa que no vamos a decir que el presidente de la Primera Junta Militar fue (Jorge Rafael) Videla, pero sí estamos en condiciones de hacer desde el museo una historia reciente regional, porque todas las historias argentinas pecan del centralismo porteño. La dictadura nos ocurrió a los argentinos, pero como todos los fenómenos políticos y sociales tuvo particularidades, y nosotros queremos trabajar en torno a esas particularidades sin perder los contextos.

—¿Eso desde el espacio de investigación?

—Hemos reactivado el perfil marcadamente investigativo que en algún momento tuvimos que abandonar por los avatares de la mudanza, pero ahora se retomó con la incorporación de compañeros y con proyectos interesantes. El primer libro fue "El caso Chomicki" (documentos y opiniones sobre el caso de Ricardo Chomicki, que fue absuelto por el Tribunal Oral Federal Nº 2 en marzo de 2012) un caso específicamente rosarino en el marco de la causa Díaz Bessone; y el segundo que vamos a publicar en marzo próximo es sobre la historia del Ejército Argentino en Rosario. Además, pusimos en marcha "Déjame que te cuente", que es un proyecto del centro documental, donde se trabaja a partir de las carpetas de cada uno de los compañeros desaparecidos rosarinos, sus datos biográficos, aportes de familiares y amigos, fotografías y elementos que nos donaron, y a partir de eso se elabora un pequeño libro-objeto de arte, que se entrega a la familia y que queda en exposición en el museo con la historia de vida del desaparecido. También estamos llevando adelante otra investigación ligada a las listas de desaparecidos y armando una revista digital del centro de estudios.

—Mucho de esta historia de la que habla tiene que ver con su propia experiencia personal.

—En el museo hay personas vinculadas a la temática desde sus experiencias personales, como en mi caso. Si uno tiene la mente abierta para reflexionar, eso te habilita a poder multiplicar un mensaje positivo, sobre las virtudes de la democracia y de la ciudadanía. Mi experiencia me habilitó a temer al pensamiento único, lo que no significa no tener ideología o convicciones políticas, sino permitirte dudar. Y la duda abre la pregunta y eso habilita la búsqueda, y la búsqueda es un fenómeno esencialmente humano. No tener pensamiento único te permite ver al otro, diferente, te permite entender lo diferente, aceptar lo diferente, y así todo es mejor. A eso me habilitó mi experiencia : a una mirada despojada y sin prejuicios sobre los otros.

—Si bien el eje está puesto en la historia reciente y la última dictadura cívico-militar, la mirada del museo sobre los derechos humanos también suma conflictos y problemáticas actuales...

—Sucede que el pasado nunca pasa. En el museo hay un área de articulación territorial que trabaja proyectos con jóvenes, escolarizados en algunos casos, y otros que vienen de talleres de centros municipales o de organizaciones sociales, y allí se hacen talleres de formación y capacitación, de identidad, ciudadanía y memoria, y de formación en derechos propios y en derechos ampliados. Estamos convencidos de que el "Nunca más" es dinámico, como lo son las sociedades. Algunos de los objetivos del "Nunca más" se han ido verificando como sucede con el "Nunca más dictadura", pero "Nunca más desaparecidos" no lo hemos obtenido. Toda sociedad que va hacia adelante extiende su horizonte de derechos. Y en ese sentido se trabaja con los jóvenes, sobre sus derechos, que muchas veces están lesionados y vulnerados, o que muchas veces no saben que los tienen. Esa es una de las tareas más ricas que hacemos con los jóvenes.

—¿Cuáles son ahora los desafíos para el museo?

—Consolidar aún más la institución, profundizar sus lazos con los organismos de la sociedad civil y seguir adelante con la tarea más allá de los avatares de la política. Si hacemos bien el trabajo, la sociedad va a permitir y demandar que la institución siga creciendo, y eso es lo que necesitamos. Que haya 50 escuelas que digan que nuestro trabajo es importante, o que los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado valoren lo que hacemos, esos avales son lo que trascienden y son fundamentales.

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