Diario La Capital, Sábado 19 de Noviembre de 2016

Los jóvenes que desde los barrios construyen memoria

La Capital - 19/11/16

El aprendizaje con los chicos sobre la historia reciente es dinámico y se activa en función de las necesidades que va teniendo cada proyecto.

Por Vanina Cánepa

El tablón se cubre con vasos de telgopor y gaseosas de naranja. En unas cajas hay barritas de chocolate. El Centro de la Juventud es el lugar de la cita y hasta ahí llegan los adolescentes que viven en los barrios más alejados. Vienen desde Vía Honda pero también de Ludueña, Las Flores, Tiro Suizo y más. A medida que llegan los convidan a tomar la merienda, charlan, se ríen, después se distribuyen por el amplio galpón en la costa del río. Algunos esperan en la puerta, se filman, sacan fotos. Barrio Moreno dice presente, también República de la Sexta, Puente Gallego. No comparten el mismo territorio pero sí la misma bandera y para que no queden dudas la exhiben en letras grandes y pintadas con aerosol: "Rosario. Jóvenes y Memoria".

Cada grupo se prepara, termina de ajustar los detalles, repasa sus escritos y se alista para corregir las producciones de fin de año que el 4 de diciembre presentarán en el Complejo Turístico de Chapadmalal ante más de tres mil jóvenes de todo el país. Están expectantes por lo que se viene, ilusionados. Es que la yapa para muchos de esos chicos será mojarse los pies por primera vez en el mar y comprobar por sus propios medios lo salado y espumoso de esa marea de agua infinita. La posibilidad para que todo esto ocurra en la ciudad hay que rastrearla en el Departamento de Articulación Territorial del Museo de la Memoria de Rosario. Hace cuatro años atrás ese espacio —inspirado en la experiencia de la Comisión de la Memoria de La Plata— se propuso el desafío de llevar el museo al barrio y trabajar con organizaciones sociales abocadas a la construcción de memorias. La intención era poner en valor el trabajo de las instituciones en el territorio y promover desde ahí la participación y el intercambio con adolescentes de la periferia urbana que encuentran vulnerados sus derechos.

Así surgió en 2013 la versión local del Programa Jóvenes y Memoria con la propuesta de abordar la historia reciente a partir de problemáticas actuales en las zonas más postergadas de la ciudad. La convocatoria invitaba a los chicos a desarrollar investigaciones sobre un tema local y ponerlo en diálogo con las memorias del pasado como parte del proceso de construcción de la identidad. En ese año se materializó la primera experiencia con cuatro grupos de jóvenes y desde entonces el proyecto no paró de crecer y corre de boca en boca por las calles y asentamientos de los barrios más humildes.


La investigación

La edición de este año coincidió con las cuatro décadas de la última dictadura cívico militar, y es por eso que el Museo sugirió trabajar sobre "Los derechos por la igualdad a 40 años del golpe". Enmarcado en el eje general "Autoritarismo y Democracia" se propusieron cuatro áreas de investigación: violencias, identidades, política y economía. A partir de ahí los pibes construyeron sus historias y elaboraron ocho investigaciones grupales en diferentes soportes y lenguajes artísticos. Los chicos de Tiro Suizo, que participan desde el Centro de Convivencia Barrial Flamarión (CCB) eligieron hablar de la privación de la libertad y de las condiciones de encierro en los penales provinciales. "El tema surgió porque cada vez que nos juntábamos nos salía hablar de las cárceles porque todos teníamos un familiar o un amigo que estaba detenido", cuenta Brandon de 18 años, quien participa del proyecto por primera vez este año . Luego de definir qué investigar, les pasó algo curioso. Como muchos de ellos en su vida cotidiana tienen que salir a hacer changas para ayudar a su familia, a Brandon le tocó ir con su primo a limpiar los subsuelos de la ex Jefatura de Policía de Rosario. "Nos llamaron para trabajar ahí y cuando fuimos había de todo, camas, estanterías, mugre y también encontramos muchísimos papeles que tenían fecha del '79 y mi primo me dice «¡mirá la fecha que tienen estos papeles! ». Nosotros ya habíamos hecho líneas de tiempo históricas y sabíamos en qué fecha empezó la dictadura, cuando terminó, entonces dijimos: «Uh! esto debe ser algo importante». Lo juntamos y lo llevamos para el museo". Los documentos encontrados pertenecían a personas con edades parecidas a las de los chicos de Tiro Suizo y ese hallazgo los motivó para resignificar su investigación sobre la vulneración de derechos humanos. "Comparamos lo que pasó durante la dictadura en las cárceles con los jóvenes y lo que sigue pasando ahora", explica Brandon.

El aprendizaje con los chicos sobre la historia reciente es dinámico y se activa en función de las necesidades que va teniendo cada proyecto. "Desde el Museo acompañamos con encuentros de formación y capacitación tanto con los pibes como con los coordinadores", explica la responsable del Departamento de Articulación Territorial, Alejandra Cavacini y detalla que en la actualidad ese rol del adulto facilitador lo llevan adelante militantes de organizaciones sociales, trabajadores municipales de centros de salud, educadores de los CCB y hasta una líder Scout. "El lugar de los coordinadores es central. Si ellos no entienden de qué se trata, entonces no funciona. Tienen que desarrollar muchas herramientas para poner a disposición", asegura. Durante los primeros meses del ciclo los encuentros abordan temas macro como historia y memoria, y un acercamiento al Museo a través de dispositivos lúdicos pero "una vez que los chicos eligen los temas, invitamos a diferentes personalidades y le hacemos entrevistas. Cada uno construye las preguntas de acuerdo a su investigación", cuenta Alejandra.

Como parte del proceso del año los grupos intercambiaron experiencias con familiares de jóvenes víctimas de violencia en el pasado y en el presente y conversaron en un mismo panel con las Madres de la Plaza 25 de Mayo y con las que perdieron a sus hijos en episodios violentos de la actualidad.

"Una compañera de la escuela me contó del espacio y cuando fui me gustó porque no me discriminaron. Me sentía raro porque no sabía si me habían aceptado por miedo o si de verdad me aceptaron porque era yo. Era el único lugar en el que no me miraban mal ni por usar gorrita ni por el lugar en el que vivía. Con el transcurso del tiempo me di cuenta que me aceptaban por lo que yo era y ahí me empezó a re gustar y seguí viniendo". Joel habla pausadamente, vive en las Flores, tiene 19 años y desde hace dos participa de manera activa en el programa. "Todas las cosas que compartimos son re hermosas. No es como en otros lados que vos llegás y te discriminan al toque. Acá me demostraron mucho amor". Con las palabras más sencillas Joel resume la complejidad que encierra el proyecto: Transformar la subjetividad de los chicos, construir la confianza en ellos mismos, empoderarlos y acompañarlos para que, a pesar de los contextos a veces violentos en los que habitan, puedan visualizarse y proyectarse en el futuro.

"Este año cambiaron muchas cosas. Gracias a la investigación que hicimos nos enteramos de los derechos que tenemos. Los profesores nos dicen que nos ven cambiados, que ya no estamos de la misma manera. Antes vivíamos el día a día y ahora como que miramos un futuro, queremos terminar la escuela, seguir estudiando, conseguir un buen trabajo, hacer nuestra vida, formar nuestra familia. Miramos más adelante, no nos quedamos acá", dice Brandon con una sonrisa dibujada en su rostro y a su lado su compañero Matías agrega: "Hacer esto nos da orgullo porque en nuestro barrio no hay muchos chicos que lo hagan. Hasta dimos entrevistas. Si vos venías a principio de año capaz que no te dábamos la nota porque no sabíamos hablar del tema o nos daba vergüenza".

La magia del espacio radica en el amor y el compromiso que hay con los jóvenes. "Es un programa que surge del deseo de participar de los pibes y del adulto que los va a acompañar. La cuestión del deseo es la mitad del éxito de las cosas. Lo esencial es que los chicos son los protagonistas y se los escucha. Se tiene en cuenta lo que proponen, lo que quieren. Ellos tienen la palabra y deciden. Con reglas claras, por supuesto, el adulto es un acompañante, un facilitador de ese proceso", reflexiona Alejandra.

El equipo del museo que le pone el cuerpo al proyecto considera que la motivación de los jóvenes se relaciona con que "nadie los obliga a nada" porque la decisión de participar surge de ellos. Es un espacio totalmente diferente al de la escuela pero es también educativo.

Brian del barrio La Granada tiene 19 años y participa del programa casi desde sus inicios. Producto de ese aprendizaje empezó a militar en el centro de estudiantes de su escuela. Mientras habla se le iluminan los ojos. "Esto avanza porque nosotros lo vamos haciendo, lo llevamos adelante. Cuando estás en el grupo es como que te sentís en tu casa, en tu familia. Venís, charlás, jugamos, discutimos. El espacio es muy bueno porque te desahogas, podés contar las cosas que te pasan e intentar solucionarlas".

En ese mar de confianza navega este proyecto que para Alejandra es "por añadidura un espacio terapéutico y de construcción de identidad y de subjetividad. Acá ellos se sienten parte de algo. Los pibes son de "Jóvenes y Memorias".

"Mi gorra, tu prejuicio"

El miércoles 9 de noviembre el Museo de la Memoria reveló que uno de los grupos del Programa Jóvenes y Memoria sufrió discriminación cuando intentó ingresar a la Facultad de Derecho de la UNR para realizar una producción en el marco de las investigaciones con las que trabajan. "A pesar de que es un lugar público, nos dijeron que no podíamos entrar porque no pertenecíamos a la institución. Nosotros nos sentimos discriminados será por la vestimenta, por la gorra, somos todos pibes de barrio pero no somos chorros", expresaron los chicos.

Salida posible

Por su parte, la directora del museo, Viviana Nardoni explicó que desde los talleres intentan "mostrarles a la Universidad como una salida posible a sus vidas pero así, es difícil". Tras conocerse la noticia el decano de esa casa de estudios, Marcelo Vedrovnik, se acercó hasta el Museo para disculparse con las autoridades de manera privada y se comprometió a recibir a los chicos en la facultad. Los jóvenes no quieren que el acto sólo sea "para la foto" y redoblaron la apuesta pensando en una actividad en Derecho que pueda incluir la posibilidad de exponer sus investigaciones en ese espacio.

El desafío que se abre ahora es la coordinación entre ambas instituciones para que el encuentro sea posible y valioso para repensar desde la academia el tema de los prejuicios.

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