Museo de la Memoria , Lunes 16 de Julio de 2018

Fútbol y política: debatir para mantener encendida la memoria

El viernes 13 de julio se realizó en el Museo de la Memoria el debate Entre la pasión y la trampa. Fútbol y política, del cual participaron Oscar Bertone (periodista), Santiago Garat (periodista) y Oscar Lupori (MEDH - Comisión Directiva Museo de la Memoria).

Foto: Mauro Ricart

Por Agustina Tamagno

No hay mecanismo rememorativo que no sea también una travesía por el olvido. Pensar al pasado y lo que de él hoy sobrevive es un proceso de actualización, que nos permite dar cuenta de las profundas huellas que aún nos marcan. El fútbol y la política siempre estuvieron trenzados en una estrecha y tensa relación. A cuarenta años del mundial de 1978 es bueno seguir pensando espacios donde lo indecible, como núcleo irreductible del universo de la palabra, pueda iluminar lo que el habla calla.

El Museo de la Memoria se erige, entre muchas otras propuestas, como un recurrente lugar de debate, donde las diferentes voces dan lugar a repensar los hechos más dolorosos del pasado y su repercusión en la actualidad. Ese pasado que sigue y seguirá reclamando sus derechos, la mayoría de las veces de modo manifiesto y otras veces lo hará dejando tenues señales.

Viernes por la tarde en el Museo de la Memoria. Entre la pasión y la trampa fue el motivo de la presencia de tres figuras, cada una atravesada de manera particular por dos temáticas: el fútbol y la política. La intención era debatir sobre el peso del Mundial 78 en la política del gobierno cívico-militar. En lo que se narra queda la impronta de quien lo cuenta, como la mano del alfarero deja en la arcilla su marca. Por eso, dar lugar a voces disímiles era prioridad.

Fue Oscar Lupori el encargado de comenzar el debate. En su opinión, más allá de la diversión y la pasión, el fútbol debe servir para comprender que la unidad se forma aceptando la diferencia y que un verdadero triunfo se obtiene frente al otro pero sin destruirlo. Una certeza que puede traspolarse al plano político. El fútbol, “ese socializador enorme”, en sus palabras, ha sido utilizado para recrear la realidad humana y social. El fútbol es el juego de la diferencia. Un juego estratégico dentro y fuera de la cancha, que el terrorismo de Estado utilizó para dar una imagen de seguridad y de paz.

Cada época cita de un modo diferente aquello que ha quedado a sus espaldas. Santiago Garat, periodista e integrante de H.I.J.O.S Rosario, reivindicó al fútbol proponiendo que no se lo demonice. Para él este deporte sirvió para visibilizar el avasallamiento social que se estaba viviendo: posiblemente en otros países se hablaba más que en la propia Argentina sobre los desaparecidos. No subestimar a la gente es para él un buen camino: indefectiblemente los diferentes gobiernos han utilizado y utilizan el fútbol como una herramienta poderosa para ocultar sus fechorías, pero no se puede ocultar el sol con la mano. Garat ve en el Mundial 78 esa pequeña mueca de alegría que no se conseguía en otro lado: “El fútbol permitió que la gente derramara una lágrima que no era de dolor”.

El pasado está cargado de olvidos, de sombras, de fragmentos, de pérdidas y de promesas incumplidas. Esos recuerdos permiten hacer un repaso colmado de significados, a veces vividos en carne propia. El periodismo deportivo de aquellos días estaba fuertemente controlado. No se podía disfrutar la algarabía porque se sentía la manipulación. Existía un enorme grado de observación de la actividad periodística. No obstante, para Oscar Bertone hay que saber leer la situación: “No hay que atribuirle al fútbol o a los medios de comunicación lo que genera la política”.

Para este último la lucha debe ser política, no deportiva, debe verse en las calles, no en los mundiales. La utopía no tiene lugar, no tiene tiempo, pero moviliza. Moviliza a construir día a día un país donde se escuche bien fuerte ¡Nunca más!.

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