Diario La Capital, Domingo 29 de Julio de 2012

Víctor Abramovich: «Esta etapa es inédita en derechos humanos»

El secretario ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur, Víctor Abramovich, cree que Argentina recordará esta etapa como "de inédita ampliación" en materia de derechos humanos, pero que a la vez queda mucha tela para cortar.

El secretario ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur, Víctor Abramovich, cree que Argentina recordará esta etapa como "de inédita ampliación" en materia de derechos humanos, pero que a la vez queda mucha tela para cortar. En el haber figuran, además de los juicios por la verdad y la memoria, los derechos civiles en materia de género, diversidad sexual y pluralidad de voces. En el debe, un grave déficit en igualdad social y una paradoja "difícil de explicar": que al mismo tiempo en que se juzgan los crímenes del terrorismo de Estado, tantos años de democracia no hayan logrado revertir "prácticas policiales y carcelarias aberrantes", tortura incluida.

—¿Conocía el Museo de la Memoria de Rosario?

—No, pero me pareció excelente, muy pensado, muy cuidado y con un interesantísimo circuito de alianzas entre organizaciones de la sociedad civil, de derechos humanos y la comunidad artística. Otro elemento que destaco es que se trata de un museo que aborda cómo impactó el terrorismo de Estado en particular en la provincia y en la comunidad local incluso, pero a la vez desde ahí se abre a otras temáticas de derechos humanos.

—De carácter universal...

—Sí, y a la vez regional. En el museo se repasan varios hechos terribles de violación de derechos humanos en América latina. Es como poner en diálogo la memoria del terrorismo de Estado con otras situaciones mucho más presentes y que aún siguen ocurriendo. Se vuelve una vinculación con temas de agenda pendiente: Ciudad Juárez, la violencia de género, marchas de víctimas de la violencia policial en distintos países...

—¿Qué magnitud atribuye a los avances en materia de derechos humanos en la Argentina de los últimos años?

—Han sido grandes avances y en varios sentidos: sin duda, en materia de justicia, de políticas de memoria, en reparación a víctimas del terrorismo de Estado. Avances impensables históricamente y que además ganaron un sentido a nivel regional y mundial: la cantidad de juicios que se están llevando adelante y con tribunales locales casi no tiene antecedentes en el mundo. Los pocos casos de juzgamiento fuera del país que se dieron en procesos de transición post-conflicto o de dictadura fueron con tribunales internacionales y legislación especial.

—¿El país generó una tradición ejemplar?

—Sí, los juicios a las Juntas fueron muy importantes, sólo que después vinieron las leyes de obediencia debida y punto final y los indultos. Pero creo que el proceso que se abre desde 2003 es verdaderamente ejemplar. En él intervienen los tres poderes del Estado: el Ejecutivo promueve la anulación de esas leyes en el Congreso y las extradiciones de militares, una decisión política central; el Congreso las anula, y en el 2005 la Corte convalida toda la jurisprudencia que venía de tribunales inferiores y declara la inconstitucionalidad de las leyes. Eso abre el juzgamiento.

—¿Son hechos que atribuye más a la movilización civil o a una voluntad del Estado?

—No podría entenderse este proceso sin la lucha de las organizaciones de derechos humanos, que debieron resistir, documentar, pelear en la transición contra la impunidad. Pero es cierto que eso sólo no habría generado lo que ocurrió después sin una decisión política. Ahí aparece una figura central: Néstor Kirchner.

—¿En qué otros campos registra avances en derechos?

—Espero que no sea la única, pero esta es una etapa que el país recordará como de inédita ampliación de derechos. Por ejemplo, el cambio histórico en la legislación migratoria, uno de los mayores debates mundiales desde la posguerra. Otro: haber incorporado como agenda de Estado el tema de la igualdad de género, creando áreas específicas sobre derechos de las mujeres, avanzando sobre políticas de prevención de violencia de género, derechos sexuales y reproductivos, matrimonio igualitario, ley de identidad de género. ¡Cosas impresionantes! Argentina está a la vanguardia en justicia, verdad y memoria; tratamiento de género y diversidad sexual; democratización de medios, pluralidad de voces y participación en la esfera pública.

—Entonces, la contracara. ¿Qué queda pendiente?

—Temas importantes son varios, siempre lo van a ser. Muchas cuestiones en materia de igualdad y acceso a derechos sociales: vivienda, salud, educación, todos son derechos humanos. Se dieron pasos importantes del 2001 hacia acá, pero aún falta mucho. Los derechos de los pueblos indígenas son un tema pendiente. Y hay algo más difícil de explicar, una paradoja: estamos juzgando crímenes de terrorismo de Estado, pero en tantos años de democracia no logramos revertir prácticas policiales y carcelarias aberrantes, como superpoblación en cárceles y hasta la tortura.

—¿Eso es por debilidad política?

—No sé si por debilidad, pero claramente hay que lograr que tengan la misma centralidad en la agenda política que el juzgamiento de los crímenes correspondientes a la dictadura.

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