El racismo avergüenza a Italia
Diario El País - 15/07/13
Cecile Kyenge, ministra de Integración de Italia. / Domenico Stinellis (AP)Por Pablo Ordaz
Italia tiene un problema con la intolerancia. No se trata de que sea un país racista o no —¿cómo se mide realmente eso?—, pero los episodios violentos, ya sea de palabra o de acción, contra los que se consideran distintos —por su color, su religión o su condición sexual— se producen con preocupante frecuencia. La agresión de la Liga Norte, el partido xenófobo que apoyó los últimos Gobiernos de Silvio Berlusconi, a la ministra de Integración, Cécile Kyenge, no se limitan a los insultos proferidos el sábado por el vicepresidente del Senado, Roberto Calderoli, quien la comparó con “un orangután” por el color negro de su piel, sino que ya venían de antes y arreciaron durante la jornada de ayer. La respuesta institucional, en cambio, sigue siendo por el momento demasiado tímida. El presidente de la República, Giorgio Napolitano, se limitó a filtrar su “indignación por el clima de odio” que vive el país, y el primer ministro, Enrico Letta, se mostró “avergonzado” por la imagen de Italia que está ofreciendo “toda la prensa extranjera”.
Mientras, el senador Calderoli y sus compañeros de la Liga Norte, lejos de enmendar el tiro, arreciaron en sus chanzas o, como máximo, se excusaron con la boca pequeña. El dos veces ministro con Berlusconi se intentó justificar diciendo que a él le gusta comparar a los políticos con animales —“el presidente Letta parece una garza y el vicepresidente Angelino Alfano, una rana”— y que llamó a la ministra para pedirle excusas, pero que de dimitir, nada de nada. Sobre todo, añadió, porque se siente respaldado por sus votantes y sus compañeros de partido. Y la verdad es que no le falta razón. Los insultos a la doctora Kyenge proferidos durante un mitin en Treviglio —“me encantan los animales, los osos, los lobos, pero cuando la miro me viene a la cabeza un orangután; sería una ministra estupenda, pero en el Congo, en su casa”— fueron ayer completados por otros exponentes de la Liga Norte. Daniele Stival, un asesor para la inmigración de la región Véneto, utilizó una supuesta ironía para escribir sobre su página de Facebook: “Estoy profundamente indignado por los términos ofensivos usados por Calderoli contra una criatura de Dios como es el orangután. Es vergonzoso que se pueda comparar a un pobre animal indefenso y sin escolta con un ministro congoleño”. Tras verse retratado en los papeles, el tal Daniele Stival dijo que se trataba tan solo de una broma, lo mismo que hizo su colega el senador Calderoli o su también compañera de partido Dolores Valandro, concejal de la Liga en Padua, quien el pasado mes de junio —y tras una agresión sexual cometida supuestamente por jóvenes negros— se preguntó también en Facebook: “¿Pero no hay nadie que viole a esta mujer?”. Una broma…
Tras un silencio de 24 horas, solo roto por un escueto comunicado en el que animaba a la ministra de Integración a seguir con su trabajo, el primer ministro Letta se puso ayer más serio. “Esto que está sucediendo”, dijo, “es otra página vergonzosa para nuestro país. Lamentablemente, Italia está hoy en la prensa de toda Europa por este asunto. Por tanto, debo hacer una llamada a Roberto Maroni, líder de la Liga Norte y presidente de Lombardía, la región más grande de Italia, para que cierre esta página rapidísimamente. Si no la cierra, entraremos en una lógica de confrontación total que no le conviene a nadie, sobre todo al país”. También el presidente del Senado, Pietro Grasso, afeó la conducta de su vicepresidente diciendo que “no se puede refugiar detrás de un mitin para esconder lo que es una verdadera agresión racista…”.
Pero ni la Liga Norte ni el senador Calderoli se dieron por enterados. Más bien, al contrario. En un comunicado, el partido secesionista anunció: “Tras haber tomado nota de las disculpas de Roberto Calderoli por el caso Kyenge, la secretaría de la Liga ha decidido dar aún más fuerza a su iniciativa política convocando una manifestación sobre la legalidad y la lucha contra la inmigración ilegal el 7 de septiembre en Turín”. También el líder de la Liga Norte y presidente de Lombardia, Roberto Maroni, se hizo el sordo ante la petición de Letta de que pusiera freno la espiral racista. Ni exigirá a su senador que dimita ni por supuesto cambiará su línea política contra la concesión del derecho de ciudadanía a los hijos de los inmigrantes nacidos en Italia —el ius soli—, un proyecto que la ministra Cécile Kyenge ha convertido en su bandera.
La ministra de Integración, nacida hace 48 años en la República Democrática del Congo y oculista de profesión, se ha convertido desde su nombramiento hace cuatro meses en el principal objetivo de los intolerantes, pero el problema es mucho más antiguo. Italia es sacudida de vez en cuando por oleadas de xenofobia que avergüenzan a la mayor parte de la población pero que encuentran acomodo en partidos o asociaciones que, lejos de esconderse, presumen de su intolerancia. En 2009, el Parlamento Europeo llegó a advertir en un duro informe que los episodios de racismo estaban aumentando en Italia y que algunos de ellos se caracterizaban por “una violencia sin precedentes”.
En algunas ocasiones, las víctimas son los negros —en 2011, un ultraderechista mató a tiros a dos senegaleses en Florencia—. Otras, los gitanos —también por entonces, en Turín, arrasaron un campamento contra una violación que no se había producido—. Pero también los homosexuales —hace unos días fue quemado un instituto de Roma que se había convertido en emblema contra la homofobia— o simplemente quienes no se ajustan a los cánones que los intolerantes consideran adecuados. El domingo, el presidente de la República, el viejo y respetado Giorgio Napolitano, se mostró indignado y dolido por la espiral de odio impropia de Italia. Y el secretario de la Liga Norte en Lombardia, un tal Matteo Salvini, se permitió mandarlo a callar.
Dardos xenófobos
Las palabras de Roberto Calderoli no son la única agresión verbal por parte de una derecha cada vez más abiertamente racista a la primera ministra negra de la historia de Italia.
El principal enemigo de la ministra Kyenge es el eurodiputado Mario Borghezio, que, como Calderoli, pertenece a la Liga Norte. “Este es el Gobierno del bonga bonga”, declaró a Radio 24. “Quiere cambiar nuestra legislación e imponernos sus tradiciones tribales”. “Parece una buena ama de casa, pero no una ministra del Gobierno”.
Dolores Valandro, concejal de la Liga en Padua, fue expulsada del partido en junio tras publicar en Facebook: “¿Pero no hay nadie que viole a esta mujer?” junto a un enlace a la página web Todos los delitos de los inmigrantes. Otra página de la Liga, en Legnago, publicó una semana más tarde: “Si los inmigrantes son un recurso, ¡vete a ser ministra en el Congo!”
Por su parte, Elvira Savino, diputada del Pueblo de la Libertad, el partido de Berlusconi, dijo: “Después del proyecto de ley sobre el ius soli, ¿presentará uno legalizando la poligamia, que practica su familia en el Congo?”. La ministra habló abiertamente en la televisión pública de la poligamia de su padre y de sus 38 hermanos.