Terminó el segundo cruce de los ADN
Por ahora no hay resultados concluyentes en el caso de Marcela y Felipe Noble Herrera. El ADN de la joven fue cruzado con el de 55 familias sin resultados positivos, pero en tres casos la información resultó “insuficiente” para excluir o confirmar. Con Felipe ocurrió lo mismo en un caso. Falta comparar con las familias posteriores al 76.
El ADN de Marcela y Felipe fueron cruzados con las familias de desaparecidos entre 1975 y 1976.Diario Página|12 - 16/07/2011
Por Irina Hauser y Raúl Kollmann
Un tramo fundamental del cotejo de los perfiles genéticos de Marcela y Felipe Noble Herrera con los de familiares de desaparecidos que están en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) terminó ayer por la tarde, pero los resultados no son todavía concluyentes. La comparación se hizo con grupos familiares que saben o tienen indicios de que sus hijas, hermanas o madres estaban embarazadas al momento de su secuestro entre 1975 y 1976. Aunque para la mayoría de ellos el vínculo quedó descartado, aparecieron casos dudosos. El ADN de Marcela fue entrecruzado con el de 55 familias, pero en tres de ellas la información genética disponible resultó “insuficiente” para excluir o confirmarlo, según dice el informe que firmaron la titular del BNDG, María Belén Rodríguez Cardozo, y el resto de los peritos al final del día. En el caso de Felipe el análisis se hizo con 57 familias y también resultó que faltaban datos de una de las familias. La jueza Sandra Arroyo Salgado dispuso retomar los estudios recién después de la feria judicial, en dos semanas.
En este escenario, es prácticamente imposible que se sepa el resultado definitivo en un corto plazo. Según explicó el abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, Alan Iud, la única forma de completar la información genética faltante para tener una conclusión sin fisuras es que los parientes de las desaparecidas que hasta ahora no hayan dado muestras en el BNDG lo hagan o –si fallecieron– que se exhumen cuerpos para obtener más ADN. A esto se suma que todavía falta realizar el entrecruzamiento del mapa genético de los hijos adoptivos de la dueña de Clarín con el resto de las familias de personas desaparecidas con posterioridad a 1976 que también dieron muestras en el banco. En total, en el banco, hay muestras de 246 grupos familiares.
“Desde Abuelas reclamamos cautela en el tratamiento de esta información porque hay tres familias (una de las dudosas coincide entre Marcela y Felipe) que aún tienen posibilidad de tener vínculo biológico con los jóvenes, o de no tener ninguno, que es algo que también a veces sucede. Hay familias que tienen marcadores genéticos comunes, por lo que pueden presentarse este tipo de situaciones, en este o cualquier otro caso, donde es necesario completar los datos genéticos. Extremaremos los esfuerzos para que puedan estar disponibles cuanto antes y así despejar la situación de incertidumbre”, le explicó Iud a Página/12. “Para evitar este tipo de situaciones es que Abuelas viene trabajando con la Cámara Federal en la realización de exhumaciones para completar el BNDG”, añadió.
Los peritos de Marcela y Felipe, los de las querellas y las Abuelas trabajaron a lo largo de toda esta semana en el BNDG, siempre en presencia de la jueza o de su secretario, en la comparación del ADN. El lunes último quedó descartado el vínculo con las familias querellantes Lanoscou-Miranda y Gualdero-García, ya que todas las comparaciones dieron negativas. Pero no fue lo mismo lo que sucedió cuando comenzó el cotejo con las familias de mujeres secuestradas, se cree que embarazadas, entre 1975 y 1976. Ese rango de fechas fue tomado como estimativo de acuerdo a la fecha de supuesta entrega en guarda de los chicos a Herrera de Noble. La Cámara de Casación, por ejemplo, cuando intentó poner un límite para el estudio comparativo señaló como fecha tope de referencia para Marcela el 13 de mayo de 1976 y para Felipe el 7 de julio de ese año.
Los peritos hicieron el cotejo en forma manual. El informe firmado ayer, que fue notificado a las partes oficialmente por la jueza Arroyo Salgado, dice sobre Marcela que “no se puede excluir o no excluir” el vínculo “con un grupo familiar cuya denuncia se encuentra en trámite ante el Poder Judicial de la Nación por contar solamente con dos familiares femeninos en la rama paterna. Así como tampoco se puede excluir o no excluir con dos grupos familiares cuya denuncia radica ante la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad por la muy escasa información genética aportada a este BNDG”. En la comparación con las otras 52 familias el resultado fue negativo. Acerca de Felipe, se descartó la relación biológica con 56 familias, pero en un caso “no se puede excluir o no excluir” por falta de datos genéticos.
Después de diez años de artilugios legales, apelaciones, entrega de muestras genéticas contaminadas y toda clase de obstáculos para conocer la verdad, recién un mes atrás Marcela y Felipe tuvieron un sorprendente cambio de actitud y anunciaron que entregarían pequeñas muestras de sangre y saliva, y que no apelarían el fallo de Casación que decía que ese material –de lo contrario– sería obtenido con o sin su consentimiento. Luego tuvieron que asumir que la ley establece que el ADN debía ser contrastado con todo el BNDG y que las muestras quedarían reservadas allí para comparaciones futuras, con nuevos grupos familiares que puedan ir apareciendo.
La perseverancia de Abuelas, las familias querellantes, la fiscal Rita Molina y la jueza Arroyo Salgado permitió avanzar hasta el punto actual y la perspectiva es que se termine todo el entrecruzamiento. En realidad, las cosas se hubieran podido lograr ya en 2002, ante la primera disposición judicial para que los jóvenes dieran muestras de ADN, pero hubo un sistemática negativa a la extracción y para la comparación con todas las familias cuyas hijas fueron secuestradas, asesinadas.
Los Noble Herrera apelaron todas las resoluciones judiciales, pese a que la propia Herrera de Noble hizo públicas sus dudas en una carta firmada por ella misma el 23 de diciembre de 2002 en la que decía: “Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hubieran sido víctimas de la represión ilegal”. Las maniobras llegaron al extremo de que hubo una entrega de muestras en el Cuerpo Médico Forense, no habilitado para hacer el cotejo y que, además, no tenía las muestras de las familias que buscan sus nietos.
Tras arduas idas y venidas, finalmente la jueza Arroyo Salgado ordenó allanamientos para obtener muestras a partir de la ropa y elementos de higiene de Marcela y Felipe. También en ese caso se encontró con obstáculos asombrosos: la ropa estaba contaminada con perfiles genéticos de varias personas. En un allanamiento anterior, Marcela adujo que no llevaba ropa interior y en el concretado por Arroyo Salgado, Felipe no tenía puesto calzoncillo. Pero, además, según el informe realizado por la titular del BNDG, resultaba llamativo que de prendas como pantalones o medias no se pudieran conseguir perfiles genéticos por las extrañas mezclas que aparecieron. Los Noble Herrera negaron que se hubieran cambiado en los minutos que mediaron entre la intercepción del auto en el que viajaban sus abogados y la llegada de la policía a su domicilio.
Las Abuelas nunca dijeron tener la certeza de que Marcela y Felipe fueran hijos de desaparecidos, pero hicieron notar una gran cantidad de factores que hacían presumir que podían serlo (más allá de los propios dichos de la dueña de Clarín), entre ellos la gran cantidad de irregularidades comprobadas en el trámite de adopción, con testigos falsos, declaraciones truchas, el relato de que a uno de los niños lo encontró en una cajita y que al otro se lo dio en adopción una mujer cuyo nombre resultó inexistente y su DNI de un varón. Además, el juzgado que tramitó la adopción, el de la fallecida jueza Ofelia Hejt, tiene el antecedente de haber intervenido en la entrega de un hijo de desaparecidos.
Estela de Carlotto suele sostener que “no hay ningún caso en el que hayan ocurrido las cosas que ocurren en el de Felipe y Marcela. Nunca hubo tantos obstáculos y se tardó tanto tiempo para hacer el cotejo. Hace más de 20 años que hablamos por primera vez con la señora Noble Herrera y transcurrieron más de diez desde que se inició la causa. No nos ocurrió jamás”.