Estudiantes del Superior, al rescate de la memoria
08/04/2017 - La Capital Por Vanina Cánepa
Cómo fue el trabajo por el cual revelan dos nuevos nombres de ex alumnos víctimas del terrorismo de Estado
l grupo de jóvenes que integró el centro de estudiantes del Superior de Comercio Libertador General San Martín (UNR) está a punto de terminar su mandato anual. Para cuando eso suceda los chicos se irán con la satisfacción de haber revelado los nombres de dos nuevos ex alumnos que fueron víctimas del terrorismo de Estado. Son dos hombres que no figuraban en la lista de los 20 desaparecidos de la institución y que por eso nunca habían sido homenajeados en ningún acto del colegio. A la manera de un rompecabezas, los adolescentes reconstruyeron las historias de manera cuidadosa, unieron cada parte con paciencia y lograron contribuir así a la memoria colectiva de la escuela.
Vicario, el 21
Todo comenzó cuando los chicos preparaban la conmemoración por los 40 años de la Noche de Los lápices. Alejo Cappelletti, secretario de Derechos Humanos del centro de estudiantes, recuerda que ese día se le acercó una compañera, Sol Martín, y les contó que tenía una tía que había sido una de las primeras nietas recuperadas en Argentina. Les dijo que se llamaba Jimena Vicario y que tanto su madre como su padre estaban desaparecidos. Los jóvenes se entusiasmaron con la idea de invitarla a la escuela y continuaron las conversaciones hasta que la cosa derivó en algo inesperado. La mujer, a través de su sobrina, les informó que quería participar del acto porque su papá, Juan Carlos Vicario, había ido al Superior de Comercio. "Nosotros nos preguntamos cómo podía ser porque ese nombre no aparecía en la lista de los 20. Había una placa en el patio, en las aulas, pero él no estaba. Y ahí empieza todo el tema de por qué no estaba", recuerda Alejo.
La curiosidad por saber los trasladó hasta el Museo de la Memoria. "Nos enteramos que Jimena era la nieta de Darwinia Gallicchio, una de las pocas abuelas de la Plaza 25 de Mayo de Rosario". Fallecida en 2008, Darwinia fue una mujer que dedicó casi toda su vida a luchar por la verdad y la justicia. Histórica Abuela y Madre de la Plaza vio por última vez a su familia el 5 de febrero del 1977 cuando su hija, Stella Maris Gallicchio y su yerno, Juan Carlos Vicario Pujols, fueron secuestrados junto a un empleado que trabajaba con ellos. El matrimonio tenía una beba de 9 meses (Jimena) que fue apropiada por una hematóloga de la Casa Cuna durante doce años. En el ‘89 Darwinia pudo recuperar definitivamente a su nieta, pero al resto de sus familiares nunca más los volvió a ver.
Con ese caudal de datos, el siguiente paso de los chicos fue chequear en los archivos del Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (Ruvte). Juan Carlos Vicario figuraba como desaparecido. Lo que seguía era averiguar si estaba en los registros del colegio. "Hasta ahí, la única certeza que teníamos de que había ido al Superior era una cuestión de palabra, la de su hija que lo aseguraba", rememora Bianca Aberastegui, integrante de la Secretaría de DDHH del centro de estudiantes.
Lo que siguió fue el rastreo al interior de la escuela. Hablaron con el regente, los derivaron a las oficinas de Alumnado y accedieron a los registros. Augusto Faranna, presidente del centro, recuerda que los llevaron a un subsuelo, un lugar que ninguno de ellos conocía, "un sitio privado con unos archivos gigantes al que sólo puede ingresar personal del instituto. Ahí tienen los datos de todos los ex alumnos. Son placas de papel madera que no están ordenadas por año sino por la letra de los apellidos". Finalmente, después de un rato de buscar lo hallaron. "Se encuentra el legajo y resulta que sí, que Vicario había sido ex alumno", cuentan los chicos. "Con el analítico volvimos al Museo y ahí nos comentaron que a veces esas cosas pasan, que se omiten nombres cuando se arman listas, que el proceso de construcción de la memoria es algo que sigue todo el tiempo, que no para nunca", reflexiona Alejo.
Lo que vino después fue la entrega de una copia del legajo de Juan Carlos a su hija, la necesidad de hacerle un homenaje y buscar un aula donde poner una placa con su nombre. Todo eso ocurrió al cumplirse los 40 años de la Noche de los Lápices. "Fue algo muy emocionante conocer la escuela y estar en el mismo lugar en el que estudió mi papá", recuerda Jimena y agrega: "Sentí mucho interés por parte de los alumnos. No era obligación que estuvieran ahí y sin embargo ahí estaban expectantes, haciendo preguntas, participando. Fueron divinos".
Montorfano, el 22
A fines del año pasado apareció una nueva duda. Esta vez la inquietud llegó a los chicos desde una institución. Marina Príncipe, miembro del Centro de Estudios del Museo de la Memoria que los acompañó en el caso Vicario, les deslizó la posibilidad de que podría haber otro ex alumno del Superior que no estuviera registrado en la lista oficial.
Esta vez no se trataba de un desaparecido sino de una víctima del Terrorismo de Estado en épocas previas a la dictadura. El nombre en cuestión era el Odorico Humberto Montorfano y la consulta la había motivado su nieto, Malcon Perucca Montorfano, al acercarse al Museo para pedir datos de su abuelo y profundizar en la historia.
El asesinato tuvo lugar en la provincia de Córdoba en la llamada "Masacre de los cinco cooperativistas" el 23 de enero de 1974. El crimen ocurrió cuando los mutualistas viajaban en un Ford Falcon color borravino hacia Colonia Caroya para interiorizarse del funcionamiento de un supermercado. En un contexto de violencia y conspiración política para desestabilizar al gobernador Obregón Cano, un episodio desafortunado desencadenó la matanza. Personal del Comando Radioeléctrico interceptó a los cooperativistas confundiéndolos con agentes de la Policía Federal que se trasladaban en un auto similar y los acribilló a sangre fría. Al advertir el "error" inventaron un falso enfrentamiento con subversivos y plantaron pruebas truchas para tapar el caso.
Desde el Museo hicieron las gestiones en el colegio y comprobaron que el cooperativista era ex alumno. A partir de ahí, el Centro de Estudiantes se puso en contacto con el nieto. "Le contamos de la omisión que ya había existido y ahí le dijimos que para nosotros tenía que ponerse una placa con el nombre de Montorfano", recuerdan los jóvenes. El homenaje al mutualista tuvo lugar en la conmemoración que hizo la escuela este último 24 de marzo. "Como nieto de Odorico siento que el acto de memoria es de suma trascendencia para reparar tanto dolor causado principalmente a mi madre que tenía 16 años cuando le arrebataron de la vida a su padre. La importancia de esto es la enseñanza que nos deja para que estos hechos nunca más vuelvan a ocurrir".
Después de un año de trabajo Alejo siente que "aportamos muchísimo a la memoria colectiva de la escuela. Ojalá hubiéramos podido dejar escritas las historias de cada uno, quizás el nuevo centro lo pueda continuar". Desde el Museo de la Memoria, Marina celebra el trabajo de los estudiantes. "Fue un placer para nosotros acompañarlos en ese proceso. Ellos laburaron de una manera muy seria, fueron muy cuidadosos con las placas. Lo que hicieron es muy valioso porque para las familias de las víctimas ese hecho es un acto de reparación".
La mejor manera para dimensionar la contundencia de la tarea que hicieron estos chicos en materia de derechos humanos fue la movilización del 24. Bajo las banderas del Superior marcharon este año más de cien estudiantes. "El año pasado fuimos apenas 25", recuerda Augusto y se enorgullece de los logros. "Fue emocionante porque sentimos que todo nuestro trabajo del año se vio reflejado en esa jornada. Ojalá hayamos dejado en los pibes que quedan en la escuela un interés, la chispa de querer saber más, de meterse en el centro", concluye Bianca.
Son dos nombres que no figuraban en la lista de los 20 desaparecidos de la institución y por eso nunca fueron homenajeados"