Terminó ayer el tercer juicio por los centros clandestinos Atlético, Banco y Olimpo

En la calle, sobrevivientes y familiares escucharon la sentencia del juicio ABO.

Por Alejandra Dandan

Un juicio con un final agridulce

El Tribunal Oral Federal 2 dictó dos prisiones perpetuas por 18 homicidios, secuestros y tormentos, 4 condenas a 25 años, 1 a 15 y 2 absoluciones. El juicio abarcó 352 víctimas. De los 9 acusados, 8 estuvieron en juicio por primera vez.

Pasó más de un año desde el comienzo del juicio. Como entonces, el muchacho de traje entró a la sala para pedir, por favor, que nadie tome fotos. Aquel día los reporteros gráficos entraron a la sala de audiencias de Comodoro Py y pudieron fotografiar jueces, fiscales, defensas, las víctimas, pero no pudieron tomar imágenes de los acusados. Como si todavía actuaran los sótanos del terror, las audiencias pasaron. Pese a la obstinación de los jueces, los acusados fueron reconocidos. Elia Espen, 88 años, madre de Hugo Miedan, reconoció a uno de los hombres que se llevó a su hijo. En ese momento, declaraba una de sus hijas, niña durante los secuestros, que también logró ubicar la cara del secuestrador entre la fotos de una carpeta que le pasó el tribunal. Ese hombre, Carlos Alberto Lorenzatti alias Gato Viejo, subcomisario retirado, estuvo en la sala, cara de policía viejo y pelo blanco.

–Que pasen los trabajadores de prensa –dijo el presidente del Tribunal Oral Federal 2, Rodrigo Giménez Uriburu, de allí en más única voz entre los magistrados.

Los trabajadores de prensa, entonces, pasaron. Esta vez los acusados estaban en la sala. La audiencia no había empezado formalmente. No se habían escuchado aún las 7 condenas para los 9 acusados. No se había escuchado el grito de asesino y violador detrás de las dos absoluciones a quienes las víctimas esperaron ver sentados en el banquillo durante cuarenta años. Pero lo que se escuchó, en cambio, cuando los fotógrafos sacaron miles de primeros planos a los represores, fue un aplauso. Y otro. Y nadie paró.

El tercer tramo del juicio por los crímenes de centros clandestinos que funcionaron secuencialmente en Atlético, Banco y Olimpo comenzó en septiembre de 2016. Se juzgaron 9 acusados por crímenes sobre 352 víctimas, el juicio más numeroso del circuito. De los 9 acusados, 8 estuvieron en juicio por primera vez. Seis son de la Policía Federal, uno del Ejército, otro del Servicio Penitenciario Federal y otro de Gendarmería, una de las fuerzas menos escuchada en los juicios de lesa humanidad, con integrantes que llegaban del Operativo Independencia a Buenos Aires para sumarse a los operativos del Mundial y se acoplaron con funciones de logísticas a los centros clandestinos. Todos ellos son las personas que los sobrevivientes mencionan como “autores directos”, quienes estuvieron en contacto con las víctimas. Para 7 de los 9, la fiscal Gabriela Sosti pidió perpetuas por privaciones ilegales de la libertad, tormentos y homicidios. Y pidió dos condenas al máximo de 25 años. El TOF dictó sólo 2 perpetuas por 18 homicidios, secuestros y tormentos, luego dictó 4 condenas a 25 años, 1 a 15 y 2 absoluciones. Las perpetuas alcanzaron a uno de los hombres más simbólicos del circuito: Juan Carlos Chacra alias Paco (PFA), jefe operativo durante el último período de funcionamiento. También fue condenado a perpetua Juan Miguel Méndez alias Nelson de Gendarmería. A 25 años fueron condenados: Gerardo Jorge Arráez alias Nito (PFA); Eduardo Angel Cruz alias Cramer (PFA); Lorenzatti y Hector Horacio Marc alias El Ruso de inteligencia del SPF. Alfredo Omar Feito, único con grado militar del Batallón 601 ya había sido juzgado y absuelto en ABO II. Ahora el TOF lo condenó a 15 años, lo absolvió por los homicidios y a pedido de la Cámara de Casación volvió a dictar pena por ABO II con un total total de 20 años. Los absueltos fueron Ricardo Valdivia alias Valderrama para quien la fiscalía pidió perpetua y a Raimundo Oscar Izzi.

Pero aunque las condenas parecieron altas en el contexto de vientos de cambio, para la sala tuvieron sabor a poco. “¡Te olvidaste de contarle los asesinatos!”, gritó alguien cuando Giménez Uriburu anunció los 15 años a Feito. Lo mismo sucedió con las absoluciones. Con Valderrama la sala gritó hijo de puta, violador, asesino. Con Izzi, los enojos eran tantos que ya no se escuchó más nada. Alguien dijo cómplices, y le habló a los jueces. Y desde arriba los familiares de los acusados se pusieron a cantar a todo cantar estrofas del himno nacional.

¡Que por favor los jueces se presenten en la sala! –pidió al comienzo Liliana Alanís, abogada de Justicia Ya!–. Pedimos al TOF que se presente, que los familiares de los genocidas están provocando.

Algo parecido sucedió la semana pasada en la sentencia ESMA. Esa vez los familiares de los marinos ubicados en ese mismo piso de arriba de la Sala AMIA, distribuyeron un cedés entre la prensa con el Volumen 1 de Argentina en Guerra, entregaron fotocopias de cancioneros con tono falangista, cantaron el himno nacional y estuvieron a punto de tirar papel picado. Esta vez cantaron el himno y realizaron aplausos fervorosos cuando entró cada uno de los detenidos. Para entonces los jueces aún no habían entrado a la sala. “Les pedimos a lo jueces –clamó Alanís– que por favor, ingresen”.

La audiencia se extendió durante dos horas. Giménez Uriburu leyó las condenas de mayor a menor. Leyó las perpetuas a Chacra y Méndez. Y las de 25 años.

“Todavía no tenemos los fundamentos de la sentencia, que venimos del juicio de ESMA muy cercano y que fue de otra magnitud”, dijo Ana María Careaga, sobreviviente del circuito, cuando concluyó la sentencia. “Creo que acá pesó la presencia organizada de los familiares de los represores, de Pando y su pandilla, tanto en ESMA como en esta sentencia, que se muestran con tono provocador. Por otro lado, para nosotros, las víctimas, que no tenemos herramientas jurídicas, escuchar dos absoluciones y dos perpetuas sobre sólo nueve represores en un circuito grande de tres centros clandestinos de detención es impactante. Después habrá que ver por qué pero no lo esperábamos. La verdad es que uno siempre mide estas cosas no tanto desde la lógica del código penal, sino desde lo que vivimos en los campos y lo que vivimos afuera pidiendo justicia durante 40 años, con dos represores que no los conocíamos y logramos traerlos a juicio y ahora se van”.

Afuera de la sala hubo aplausos para Sosti. “Los jueces dejaron afuera los homicidios –dijo–. Y creo que corrieron del andamiaje teórico de Casación. Casación cuando revisó la absolución de Feito y ordenó volver a evaluarla, usó los argumentos que había usado este mismo Tribunal en ABO I con otra composición de jueces. Casación entendió que por el hecho de haber estado en un centro clandestino son responsables en un nivel de participación penal por los homicidios. Acá, al parecer, cambiaron la mirada teórica y salieron a buscar otro tipo de pruebas. En este caso me parece que usaron el testimonio de una de las personas que declaró a último momento, el gendarme (Federico) Talavera, a la que nos opusimos porque es la declaración de un represor, sin embargo lo habilitaron, y él nombró sólo a Chacra y a Méndez, que curiosamente son las únicas dos personas condenadas a perpetua. Pero esto no creo que sea producto del cambio de contexto. Creo que no hicieron ningún esfuerzo por sostener la postura que tuvieron en ABO I y mucho menos la postura de Casación”. Luz Palmas Zaldúa es coordinadora del área de Memoria, Verdad y Justicia del Cels. “Hay que celebrar una nueva sentencia que acredita delitos de lesa humanidad en un circuito como Banco, Atlético y Olimpo. Hoy se dictaron dos prisiones perpetuas y penas de 25 años de prisión, y otra a 20 años a quienes participaron de estos hechos y es importante destacar que salvo Feito que ya tenía sentencia, todos reciben condenas por primera vez. Que hay dos absoluciones que desde esta querella unificada pensamos que tenían prueba suficiente para pedir condenas. Entendemos que las pruebas acreditan responsabilidades. Y hay hechos con absoluciones que seguramente apelaremos. Pero es importante rescatar las condenas y que esto da fuerzas para seguir avanzando en todas las responsabilidades que todavía faltan investigar y sancionar”.

En la sala no estuvo Feito. Tampoco pudo seguir la audiencia desde la Unidad Penal de Ezeiza porque el Servicio Penitenciario no pudo garantizar la transmisión. Cuando cada quien dejó la sala, Nora Cortiñas recordó la próxima marcha de la Resistencia. “Los invito el día 7 a la marcha de 12 a 20”, dijo. “Traigan carteles diciendo todo lo que pensamos de este juicio y de los jueces”.

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