Comunicado

A 40 años de la recuperación democrática, proceso protagonizado en las calles por el pueblo y sus organizaciones, Argentina enfrenta las elecciones más trascendentales del período.
Las fuerzas democráticas deben asumir la responsabilidad por la frustración de muchas de las promesas del ciclo iniciado hace 40 años, y comprometerse a trabajar juntas para reparar los daños producidos. Las puertas abiertas en esta campaña electoral, lejos de robustecer el debate, lo han empobrecido a tal punto que necesitamos revalidar el pacto democrático del '83 y conformar uno nuevo que se actualice considerando las fronteras cruzadas. En ese camino, el Museo de la Memoria cuenta con 25 años de trabajo sostenido desde lo local, contribuyendo al compromiso de Rosario con los valores democráticos.

Los sucesos de las últimas semanas no nos son ajenos por dos motivos. Por un lado, muestran el estado de fragilidad en el que se encuentra nuestra democracia, ya que no es gratuito que una fórmula presidencial base su estrategia programática en reivindicar los crímenes atroces del genocidio perpetrado por la última dictadura y en negar el rol pedagógico de los sitios de memoria como la ESMA (patrimonio de la humanidad según la UNESCO y el mayor centro clandestino de detención del país). Por el otro, en esa reivindicación se menciona de forma explícita la historia del II Cuerpo de Ejército, cuyo Comando funcionaba en lo que hoy es la sede definitiva del Museo.

Ante la reivindicación de una de las figuras más macabras del terrorismo de Estado rosarino, salieron valerosamente a contar sus historias las hijas e hijos de quienes no pudieron defenderse del secuestro, la tortura y la desaparición. A las preguntas capciosas y propuestas autoritarias no les respondemos con indignación o clausurando el debate, sino con más preguntas; con las preguntas que tenemos hace 40 años: ¿dónde están los desaparecidos? ¿dónde están las y los bebés apropiados que aún viven en la mentira?

Este no es un llamamiento en favor de ninguna candidatura. Queremos proclamar que somos libres cuando conocemos nuestro pasado, cuando podemos vivir de acuerdo a nuestro sentir en comunidad de iguales y cuando logramos imaginar un futuro mejor para vivir en paz con los demás. Es una proclama contra las políticas basadas en la crueldad. La crueldad de la tortura, la desaparición y la eterna espera, la crueldad del individualismo y el mercado. Se encuentra en juego el hecho de que nuestro país continúe siendo una comunidad respetuosa de la disidencia y del Estado de derecho que apuesta al crecimiento colectivo en paz.

Las y los trabajadores del Museo de la Memoria, su director y Comisión Directiva, invitamos a abrazar nuestra democracia para hacerla crecer. Para lograr que se transforme en sustancial antes que formal, en comunitaria antes que individual, y que nos vuelva a enamorar.

 

 

 

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