Los registros de un secuestro familiar
El documento fue entregado por la periodista Analía Argento. Da detalles sobre la desaparición de los Ruiz Dameri: los padres y los chicos de 4 y 2 años llevados a la ESMA, donde nació la niña más pequeña, apropiada por el prefecto Juan Antonio Azic.
Diario Página/12 - 02/02/2012
Por Alejandra Dandan
“A raíz de las operaciones de inteligencia que personal de este grupo de tareas realiza en zona de fronteras juntamente con personal de PNA; Operación ‘S’ ‘Yacaré’ el 040680 fue detectado el DTB (n.d.r.: delincuente terrorista montonero) NG (nombre de guerra): ‘Carlos’ o ‘Chicho’; NL (nombre legal): Orlando Antonio Ruiz, que se dirigía a la Ciudad de Buenos Aires en compañía de sus dos hijos de 4 y 2 años de edad y de su esposa la de DTM MG: ‘Victoria’ NL: Silvia Beatriz Dameri de Ruiz.”
El informe continúa. Escrito en máquina de escribir, está encabezado por las ahora formas fantasmales de la Escuela Mecánica de la Armada GT 3.3.2 (ver imagen aparte). El documento se presentó durante el juicio oral por el plan sistemático de robo de bebés. Es parte de la información que recogió para su investigación de los niños apropiados durante la dictadura la periodista Analía Argento en su libro De vuelta a casa. A pedido de los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo y de la fiscalía que encabeza Martín Niklison, el Tribunal Oral Federal 6 convocó a la periodista para hablar de ese documento que confirma que existen archivos de las fuerzas de seguridad, o que las fuerzas de seguridad dejaron claramente asentados los pasos que iban dando en su convencida lucha contra la “subversión”. Y, en el marco de esta causa, reconocen que con los adultos fueron secuestrados además los niños.
“Cuando vimos el documento, pedimos que acompañara como prueba la causa del plan sistemático y además la causa que por la identidad de Laura Ruiz Dameri”, dice el abogado Alan Iud de Abuelas de Plaza de Mayo en referencia al juicio que todavía está pendiente por apropiación de una de las niñas que nació en la ESMA y avanza contra el ex prefecto Juan Antonio Azic. “Ese documento revela por un lado que hay archivos de inteligencia del terrorismo de Estado, no sabemos dónde, pero están, es una muestra más de que cuando los jueces detienen a los imputados deberían, por ejemplo, sin excepciones, allanar sus domicilios y domicilios asociados. Por otro lado, muestra documentación precisa del momento en el que los detuvieron señala que no hubo una persecución azarosa sino que todo fue planificado y finalmente que sabían que estaban secuestrando a unos chicos.”
El documento
Analía Argento tuvo una certeza del valor que tenía ese documento que le dio una de sus fuentes cuando lo consultó con el Equipo Argentino de Antropología Forense. El texto revela el día preciso del secuestro de los Ruiz Dameri, del que hasta ese momento sólo se sabía que había sido a comienzos de junio de 1980, mientras volvían por segunda vez al país en el marco de la Contraofensiva de Montoneros. Además, es un prueba de los mecanismos de tortura, llamados evasivamente “interrogatorios”. Y, entre otras cosas, confirma el “cerrojo” que tendieron a la organización los militares argentinos en coordinación con las fuerzas de seguridad de los países asociados al Plan Cóndor.
“Luego de producirse la detención de la totalidad del grupo familiar –dice el documento– 17.15 hs aproximadamente y practicado los interrogatorios iniciales se desprende: 1. Tanto el NG ‘Carlos’ como NG ‘Victoria’ realizaron el curso de TEI (n.d.r.: tropas especiales de infantería) en Líbano (abril/junio de 1979); 2. Realizaron el curso TEA (n.d.r.: Tropas especiales de agitación) en México (principios de 1980). También explica que en su equipaje encontraron documentación en blanco y sellos de goma.”
Hacia el final, señala: “Se recomienda no difundir la presente información y manejarla con suma discreción ya que este grupo de tareas continúa con la investigación del caso en cuestión a los efectos de poder determinar las conexiones con otros DT ya sea del país como del exterior”.
Los Ruiz Dameri
Víctor Basterra es uno de los sobrevivientes que vio a los dos niños adentro de la ESMA. Una vez se asomó a un pasillo del centro clandestino y vio a Marcelo correr a toda velocidad. Atrás lo corría su hermana más chica montada en un par de guillerminas.
Silvia y Orlando habían logrado escaparse a Brasil, de Brasil se fueron a Suiza, donde nació María de las Victorias. De Suiza viajaron a Madrid, les dejaron los niños a una pareja de compañeros para llevarlos a Cuba. Y ellos viajaron al Líbano donde Montoneros, dice Analía, tenía un acuerdo con la OLP para hacer los entrenamientos militares. En aquel momento, María Cristina se sacó una foto que todavía guarda María de las Victorias: “Para mis chiquitos hermosos –escribió ahí–, de mamá que los quiere y extraña mucho”.
Desde el Líbano hasta el secuestro pasó tiempo todavía. Y discusiones políticas adentro de la organización. Los dos entraron a Argentina para la primera etapa de la Contraofensiva, lograron irse otra vez, viajaron a México y Cuba y volvieron al país con los niños. Querían instalarse en uno de los barrios para dedicarse a la tarea de agitación política. Nunca pudieron llegar.
Silvia estaba embarazada en ese momento. Basterra no volvió a ver a los niños hasta que los encontró en una fotografía.
“Aún hoy a Basterra lo persiguen las imágenes de todo lo que vio mientras estuvo allí detenido”, dice Argento en el libro. “No olvida aquellas fotos que reveló un día. No sabe quién las sacó aunque supone que fue el suboficial ‘Willy’, el encargado de atender a los chicos y de llevar y traer cosas para los detenidos que eran trasladados a otros lugares aunque seguían bajo la órbita de los grupos de la ESMA, como era el caso de aquella familia. Bajo la tenue luz roja de la oficina del sótano aparecieron, sumergidas en el líquido revelador, las caras de los mismos chiquitos que vio un día corriendo y de su hermanita recién nacida. El nene y la nena estaban sentados junto a su mamá, que le daba la teta al bebé. Parecía la foto de un álbum familiar. Con asombro vio más: los chicos jugando, los chicos corriendo, la mamá abrazando a sus hijos en un jardín con plantas y hasta una piscina en el fondo. Reconoció en las imágenes la Quinta Pacheco, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, donde los marinos llevaban a algunos detenidos. El había estado allí y también había estado en una isla en el Delta del Tigre cuando trasladaron a los detenidos para que no fueran vistos durante la inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1979”.
Lo que sucedió después es tal vez más conocido. Los marinos alejaron de Buenos Aires a los dos hijos más grandes. A Marcelo lo dejaron en la puerta de la Casa Cuna de Córdoba con un cartel: “Soy Marcelo –decía–. Mi mamá no puede cuidarme. Que Dios los ayude. Gracias”. Todavía hoy se acuerda algo de aquel viaje. La idea de un Peugeot 404 bordó, el mismo Willy ubicado como chofer y una fecha de diciembre de 1980, casi seis meses después de la detención. A Laura también le pusieron un cartel, pero la dejaron en Rosario. Los dos fueron adoptados legalmente. El recuperó su identidad en 1989; su hermana, que cuando le preguntaban qué quería decía: “un hermano más grande”, la recuperó en 2000.
Azic se apropió de aquella niña recién nacida en la Esma. Laura recuperó su identidad en 2008. Creció al lado de la diputada Victoria Donda, también apropiada por el prefecto.