La denuncia de la limpieza étnica marca la apertura del proceso contra Mladic
El ex general serbobosnio, acusado también de crímenes de guerra y contra la humanidad, fue detenido en 2011 tras una fuga de 16 años. Los jueces han criticado a la fiscalía por enviar tarde documentos importantes al acusado y decidirán si afecta a su defensa. Las claves del juicio.
Ratko Mladic, durante el juicio. / AFPDiario El País - 16/05/2012
Por Isabel Ferrer, desde La Haya
La limpieza étnica como plan maestro para crear un Estado serbio libre de otras comunidades en Bosnia, ya fueran musulmanes o croatas, ha marcado el estreno del proceso contra Ratko Mladic por genocidio ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY). De la mano del fiscal del caso, Dermont Groome, la acusación no ha perdido el tiempo. “Demostraremos que había un proyecto para expulsar a la población no serbia del territorio bosnio apoyado por el propio Mladic, su jefe político, Radovan Karadzic, y el expresidente serbio, [Slobodan] Milosevic”, ha dicho. La expresión extrema del esquema llegó en 1995 con el asesinato de 8.000 varones musulmanes en Srebrenica: el genocidio que la acusación atribuye a Mladic, entonces jefe del Estado Mayor del Ejército serbobosnio, que tomó la ciudad bosnia. Aunque la fiscalía asegura tenerlo todo bien atado, ha cometido un error. Entregó demasiado tarde un voluminoso paquete de documentos relevantes a la defensa, y el tribunal decidirá en breve si ello afecta el caso en su conjunto.
El juicio contra Mladic, de 70 años, ha tardado 16 años en abrirse, pero la jornada no deja de ser histórica. Vestido de paisano y haciendo gestos al público, entró en la sala aplaudiendo, y mientras intercambiaba miradas con la madre de una de las víctimas se pasó la mano por la garganta. El juez le llamó la atención, y el antiguo militar mantuvo la compostura a partir de entonces mientras le acusaban de genocidio. Es el delito más difícil de probar, y de ahí que el fiscal haya desgranado los diversos capítulos de un proyecto político basado en la supremacía étnica de los serbios. Y en la necesidad de arrancar la tierra a las otras comunidades para crear el Estado serbio que ocuparían. En sus primeras comparecencias ante los jueces Mladic había atribuido el horror a sus tropas, "que actuaron por su cuenta”.
“En 1991, en Bosnia-Herzegovina, una de las Repúblicas de la antigua Federación yugoslava, había un 44% de musulmanes, un 31% serbios y un 17% de croatas. Una Bosnia independiente supondría un problema para los serbios. Por eso los líderes movilizaron a la población (serbia) sembrando el miedo”, ha dicho Dermont Groome. “¿Sabes lo que hará nuestro enemigo (musulmán)? Quiere sacarnos los ojos, violar a nuestras mujeres, circuncidar a los niños y destruir nuestra tierra solo porque somos serbios”, rezaba una de las soflamas de 1991 presentada en la sala.
Para acercar a los jueces la repercusión humana del proyecto, la acusación ha mostrado tres documentos gráficos esenciales. El primero era la foto de un adolescente de Srebrenica asesinado en 1995 por la espalda por las tropas de Mladic. La víctima fue uno de los 8.000 varones tiroteados ese mes de julio, una vez tomada la ciudad por el Ejército serbobosnio. La instantánea es semejante a las extraídas del vídeo filmado en la localidad bosnia por los Escorpiones, un grupo paramilitar serbio. Descubierta en 2005, la grabación dio la vuelta al mundo y demostró que las muertes de Srebrenica fueron reales.
La segunda imagen procede de otro corto, esta vez sacado de un informativo televisivo, que captó Markali, el mercado de Sarajevo tras un bombardeo serbio en agosto de 1995. “Era una hora punta de compra de alimentos y hubo 30 muertos y 70 heridos”. Los cadáveres esparcidos entre los precarios puestos de frutas y verduras han reaparecido en el tercer documento. Era un montaje del sitio de Sarajevo (1992-1996) a base de reportajes de la BBC sobre el terreno: los bombardeos diarios de la ciudad, los tiros de los francotiradores serbios y la penuria diaria de los habitantes (500.000 de todas las etnias bosnias antes de la guerra) han apoyado la principal alegación de la fiscalía. “Para crear el Estado serbio que se proponían, fue preciso cambiar la realidad de una región interétnica y lanzarse a la limpieza étnica”, según Groome.
Las Madres de Srebrenica, que han acudido al TPIY, se han manifestado en la calle con pancartas tapizadas de fotos de sus hombres muertos. En un cartel más pequeño podía leerse su consigna desde hace dos décadas: “Srebrenica es la conciencia del mundo”.
Debido a la dilación en la entrega de documentos a la defensa, se desconoce la fecha exacta (estaba previsto el 29 de mayo) a partir de la que serán desgranados los 11 cargos concretos contra Mladic. El genocidio, calificado por los manuales jurídicos de “crimen de los crímenes”, es el primero. La fiscalía sostiene que el exgeneral (jefe del Estado Mayor del Ejército serbobosnio entre 1992 y 1996) “participó en una asociación de malhechores que ideó un plan para expulsar a los musulmanes bosnios, y a los croatas, de lo que consideraba territorio serbio en Bosnia”. Entre sus cómplices aparece Radovan Karadzic, líder político serbobosnio y su jefe político directo. Por su parte, lo ocurrido en Srebrenica “respondía al proyecto de eliminar a los musulmanes bosnios de la ciudad, a base de matar a los adolescentes y varones adultos, y de expulsar a las mujeres, niños y ancianos”.
Para Holanda, cuyos cascos azules estaban estacionados en la localidad, la tragedia de Srebrenica sigue pesando en la memoria colectiva. Sujetos al mandato de Naciones Unidas, que solo autorizaba a disparar si eran amenazados, y a las órdenes de la OTAN, los soldados holandeses asistieron en la separación de hombres y mujeres ordenada por Mladic. En el año 2002, el entonces Gobierno de centro-izquierda dimitió al reconocer su responsabilidad moral. Por el contrario, nunca admitió haber sido culpable de lo ocurrido. Los supervivientes, en especial las Madres de Srebrenica, han pedido en repetidas ocasiones una compensación a La Haya que todavía no llega.
El pliego de cargos contra Mladic lo completan crímenes de guerra y contra la humanidad. La lista detalla persecuciones, exterminio, asesinato, deportaciones, actos inhumanos, terror, ataques contra la población civil y captura de rehenes. En este capítulo aparece el asedio de Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, el más largo de la historia de la guerra moderna. Sarajevo fue sitiada entre abril de 1992 y febrero de 1996 y hubo 12.000 muertos, civiles en un 85%.
Durante esa época, se atribuyen a Mladic consignas sumarias para los bombardeos del siguiente tenor: “Quemad sus cerebros”; “Machacadles hasta que estén al borde de la locura”. La ciudad, había sido un modelo de convivencia interétnica y albergó los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984. La contienda la partió en dos. Una parte la ocupan hoy vecinos bosnios. La otra está reservada a los serbios.
Para la acusación, el mayor reto será demostrar el cargo de genocidio. Es preciso despejar cualquier duda sobre el plan de limpieza étnica de los musulmanes bosnios refugiados en Srebrenica en 1995. Además de sus investigaciones, el fiscal jefe, Serge Brammertz, cuenta con un documento de excepción. Se trata de los 18 diarios y 120 grabaciones hechos por el propio Mladic durante el conflicto de los Balcanes. Con ellos espera demostrar la cadena de mando. Es decir, los acuerdos entre el Ejército serbobosnio y Belgrado en la guerra de Bosnia. El fallecido expresidente serbio Slobodan Milosevic, que siempre negó haber dirigido los movimientos de las tropas, aparece en las notas de Mladic.
Acusado también de genocidio por Srebrenica, Milosevic murió en 2006 sin haber sido sentenciado después de cuatro años de juicio. Fue uno de los capítulos más oscuros de la historia del TPIY. Con Mladic los ritmos son distintos. Arrestado el año pasado en Lazarevo, a 100 kilómetros de Belgrado, a finales de mayo llegarán los primeros testigos de la acusación. Su entrega al tribunal ha allanado además el camino de Serbia hacia la Unión Europea, que exigía el procesamiento de los imputados de los Balcanes. Pero una incógnita sigue, de todos modos, sin resolverse: “¿Cómo es posible que Mladic pudiera esconderse durante 16 años y quién le ayudó?”, preguntó en voz alta el fiscal Brammertz, días antes de la apertura del proceso.