Un asesinato racista atemoriza a los extranjeros en Grecia
Cinco desconocidos mataron a un joven iraquí en Atenas tras atacar a otros dos inmigrantes. Prosigue la operación policial contra los indocumentados, mientras se multiplican las agresiones.
Inmigrantes en un autobús policial, el día 5 en Atenas. / Thanassis Stavrakis (AP)Diario Digital El País - 13/08/2012
María Antonia Sánchez-Vallejo, desde Madrid
El asesinato de un joven iraquí en Atenas a manos de cinco desconocidos cuyo retrato robot remite a ultras racistas supone un paso más hacia el abismo en el marasmo social que la deficiente gestión de la inmigración, sumada a los efectos de la crisis económica, está causando en Grecia, mientras prosigue la denominada Operación Zeus Xenios, una vasta ofensiva policial contra la inmigración irregular.
La víctima, de 19 años, paseaba por el centro de Atenas el domingo al amanecer cuando cinco jóvenes descendieron de cuatro motocicletas y la emprendieron contra él a golpes y navajazos. Murió horas después en el hospital. Este lunes se ha producido algo parecido a una revancha: un rústico artefacto incendiario, compuesto por dos bidones de gasolina y unas mechas, ha explotado ante la sede central del partido neofascista Aurora Dorada (18 diputados), que defiende la expulsión de todos los extranjeros sin papeles de Grecia y a quien se relaciona con el auge de las palizas a inmigrantes en los últimos meses.
Según informaciones de la policía, los autores del asesinato del iraquí lo habían intentado poco antes en la misma zona con otros dos extranjeros, un rumano y un marroquí, que lograron escapar. Pero no fue el único suceso de tintes racistas del fin de semana. El sábado por la noche, en Iraklio, capital de la isla de Creta, jóvenes griegos atacaron a un grupo de paquistaníes y convirtieron el lugar en una “zona de guerra”, según la información del diario To Vima. La policía detuvo a un ciudadano griego, que confesó haber golpeado con una barra de hierro a los asiáticos.
La semana pasada, también en Iraklio, cuatro ciudadanos indios que esperaban el autobús al amanecer para dirigirse a su trabajo fueron salvajemente golpeados por individuos desconocidos sin mediar palabra o provocación. Los inmigrantes que viven en Creta han solicitado este lunes protección a la ciudadanía en una carta abierta remitida a los medios de comunicación, temerosos de la supuesta connivencia de muchos agentes con los violentos racistas, una hipótesis que incluso maneja la Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Europa. Según la principal asociación de inmigrantes, en el primer semestre del año más de 500 de ellos han sufrido agresiones xenófobas. El ministro de Justicia y Derechos Humanos, Andonis Rupakiotis, ha alertado hoy del “peligroso” incremento de los mismos. “La cuestión [de la inmigración] no se soluciona por medio de una violencia inhumana”, ha dicho.
El Gobierno griego, que este lunes ha debido encajar de nuevo pésimos datos económicos –el PIB ha caído un 6,2% en el segundo trimestre; un 13% en total en los últimos dos años, según el Instituto de Estadística-, emprendió hace diez días una macroofensiva policial contra los extranjeros indocumentados que ha suscitado las críticas de organizaciones de derechos humanos. En el transcurso de la campaña los agentes han arrestado a 2.000 extranjeros, más de la mitad de los cuales se hallaba en el país sin papeles, según fuentes oficiales. Se calcula que cada año entran ilegalmente en el país 130.000 extranjeros y que el 80% de los irregulares que llegan a la UE lo hace a través de Grecia. El Gobierno anunció hoy mismo que en las próximas semanas espera la afluencia de 15.000 refugiados de la guerra siria, para lo cual ha enviado a la frontera 1.900 agentes y un destacamento de perros policía.
“Los extranjeros [indocumentados] llevan una vida muy difícil en nuestro país, casi imposible. Tienen muchos problemas derivados de la crisis económica, pero ahora además tienen miedo por el aumento de los ataques y la ofensiva policial en curso. La situación de muchos de ellos es insostenible: no tienen para comer, son homeless, tienen que dormir en los parques o en la calle”, explica por teléfono a EL PAÍS Daniel Esdras, responsable de la sección griega de la Organización Internacional para las Migraciones (IOM, en sus siglas inglesas), que no duda en calificar el problema de “crisis humanitaria”.
El plan de retorno voluntario de inmigrantes que alienta desde hace dos años IOM-Grecia registra ahora un centenar de solicitudes al día. “No vamos a por ellos, todas las solicitudes son voluntarias”, explica el responsable. El programa, financiado en un 75% por la Comisión Europea y en un 25% por el Estado griego, ha ayudado a regresar a sus países de origen a 5.000 extranjeros en los últimos dos años; “en el próximo año esperamos repatriar unos 7.000”, según Esdras.
Nikos Malkutzis, director adjunto de la edición inglesa del diario Kathimerini, alerta del rápido deterioro de la situación a la vez que de una lectura “injusta y peligrosa” del fenómeno migratorio. “Es un problema poliédrico, y el discurso simplista es peligroso. Pero dentro de Grecia tenemos una sociedad que sufre [la crisis] y a la vez un diálogo social muy endeble. Por eso es peligroso, además de injusto, hablar de ellos como si fueran los malos. Pero Grecia no puede convertirse en un almacén de personas”, señala en entrevista telefónica. “Geográficamente resulta imposible guardar nuestras fronteras, y hay que hacer entender a la UE que no es un problema solo griego”, concluye Malkutzis. El incremento en los últimos meses de las devoluciones de sin papeles desde Italia pone de relieve el vocablo utilizado por Malkutzis: Grecia es hoy para muchos extranjeros un almacén con barrotes de hierro, como los que utilizan los ultras en sus ataques.